CINEMANÍA nº239

'Batman v Superman'
CINEMANÍA nº239
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DIRECTOR´S CUT: HISTORIAS DE LA HISTORIETA

1. DUELO DE TITANES. Cuidado con maldecir a Hollywood por explotar hasta el marasmo (el suyo y el nuestro) el filón del cómic. Puede volverse en nuestra contra. Vamos a pagarlo muy caro. Son capaces de hacernos escoger entre los dos superhéroes más tradicionales y carismáticos, los dos personajes del cómic que golpearon primero el imaginario colectivo que va de la viñeta a la pantalla (lo siento Spider-Man, este es otro nivel, llegaste un pelín tarde). Son un rato listos. Sí, es cierto que no han inventado nada y que en las páginas de DC Cómics Batman y Superman ya se han zurrado tanto que ya no sabían si estaban en Metrópolis o en Gotham City; pero ésta es la jugada fetén. La vuelta de tuerca perfecta.

Amigos como somos de los buenos villanos que dan empaque a cualquier aventura, y en paralelo con esa deriva que reclama oscurecer más y más a los héroes desde que Christopher Nolan posó su espada en el hombro de Bruce Wayne; han decidido romper las fronteras entre héroe y antihéroe para igualarlos a todos en las tinieblas. Y, claro, a nosotros que pasamos por allí con ganas de que nos salven del apocalipsis, nos va a tocar apostar. Como lo hicimos siempre con Katharine Hepburn y Spencer Tracy, como ante Los Duelistas de Conrad y Ridley Scott, la misma disyuntiva que frente a la majestuosa rivalidad entre el inglés Wynne-Candy y el alemán Kretschmar-Schuldorff en El Coronel Blimp, la eterna duda entre contrarios que en el fondo están hechos de la misma pasta. Una elección imposible pero apasionante. ¿A quién quieres más, a papá o a mamá?

2. ASUNTO TORNASOL. Hace unos años era una suerte no muy común que tu historieta favorita tuviese una buena adaptación al cine. Durante mucho tiempo, la animación fue el único refugio del curioso salto de la historieta a la pantalla, grande o pequeña. De novelas gráficas ni habíamos oído hablar. Ni siquiera nos parecía extraño que los álbumes fuesen sólo para personas de 7 a 77 años. Por eso esta etapa dorada de las relaciones entre cómic y cine amplía nuestras expectativas. Mi caso, por ejemplo: hundido por varias series televisivas de dibujos que no daban la talla, por un largo animado que era carnaza para los tiburones y por dos europuddings estrafalarios (Toisón de oro, Naranjas ¿azules?); llegué a pensar que era imposible captar en el cine la esencia de la obra maestra de Hergé, las aventuras de Tintín. Me equivocaba. Jamás habría podido imaginar que entre Peter Jackson y Steven Spielberg se meterían en semejante lío para reinventar a mi reportero favorito y, ahora, tras la gustosa primera adaptación llegará la segunda, El templo del sol (incluidas Las siete bolas de cristal), con Jackson y Spielberg cambiando los papeles (ahora dirige el neozelandés y produce el Rey Midas) y con un nuevo guionista, Anthony Horowitz (escritor de novela juvenil y autor de series como Poirot) que sustituye a Stephen Moffat (Sherlock, Doctor Who). Justicia, aunque los tintinófilos reclamamos que tomen cartas cinéfilas en El asunto Tornasol. El cine le devuelve al magistral cómic de línea clara lo que este le dio también al invento: no sólo en su narrativa, absolutamente deudora de las películas que Georges Rémy vio a lo largo de su vida, sino también en los detalles, desde su primera aventura en el Congo, arrastrando Tintín una cámara y proyectando películas en una sábana, hasta evidenciarse en Stock de Coque, que comienza con Haddock y Tintín saliendo de ver un western, antes de cruzarse con el General Alcázar (que, junto a Tornasol, debería aparecer en la nueva película). La pasión de Hergé y de Tintín llegó con honor al cine, ese lujo apto para personas de 0,7 a 777 años.

3. NUESTRO AGOSTO. ¿Quién dijo que el cine no es para el verano? En un mes en el que se reestrena Las vacaciones de Monsieur Hulot y volvemos a la enésima Misión: Imposible de Tom Cruise, en unos días de calor en los que rescatamos el desmadre a la americana de National Lampoon y sus locos seguidores del SNL que nos han traído el estreno de Vacaciones y además confirmamos que Sherlock Holmes está hecho un chaval; en un número como éste así nos hace especial ilusión recordar que Lars von Trier y sus amigos (¿genios o idiotas? Quizá ambas cosas) le dieron un revolcón el cine hace 20 años con su manifiesto Dogma, justo a la vez que empezaba a gestarse esta revista. El Dogma 95 bajó la persiana por cansancio, pero nosotros seguimos aquí, al aire acondicionado agosteño, fresquísimos, esperando la próxima revolución en el cine para contárosla.

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