CINEMANÍA nº 317

1. Lote nº5. Hasta aquí llega la sombra de Indiana Jones. Es tan alargada que se proyecta orgullosa en la reaparición de Indy en la cuarta cinta de la saga, la de la calavera de cristal, esa película que solo le gustó a un servidor. Spielberg había aprendido bien la lección de sí mismo. 

No contento con sus cuatro películas del arqueólogo, tiró de galones en el estreno de su versión de Las aventuras de Tintín: “Tintín es el antecesor de Indiana Jones”. Porque Indiana Jones es oro, y el que se arrima a su fórmula fetén se lleva el arca de la Alianza, los nazis, la serpiente con sorpresa, el templo maldito, el cáliz, un dirigible, la peluca de Cate ‘Ninotchka’ Blanchett y la invasión extraterrestre, todo el lote de golpe.

La quinta entrega está en pleno rodaje. Prevista para estrenarse en junio de 2023 será la primera que no dirija Spielberg ni escriba George Lucas. Tras la cámara está James Mangold (Cop Land, Logan, Le Mans’66), cineasta con buena mano que ha dejado pistas de que la trama, entre saltos temporales, podría llegar hasta el Manhattan de finales de los 60, y junto a estampas de Phoebe Waller-Bridge, Mads Mikkelsen y Antonio Banderas, ya hemos visto a Harrison Ford, en lo que parecía un flashback, rodando cerca de un tren con esvásticas (¡Oh, Burt Lancaster! ¡Oh, Frankenheimer!). “Nazis… los odio”, solía decir el bueno de Indiana. Pero no puede vivir sin ellos.

Cinemanía

2. Dobbs. Hace años que cayó sobre mí como una losa ese insistente dato antiviejunos que dice que la cifra de negocio de los videojuegos ha superado con creces a la industria del cine. Saber que un videojuego como Uncharted remite a Indiana Jones, que su identidad se inspiró en el gran aventurero del cine moderno, es una pequeña victoria moral, pírrica, pero reconfortante. Me voy a poner el sombrero Fedora para jugar con mis niños a la Play. Y me guardo el látigo por si acaso. 

Que la película que viene a animar este inicio de año omicroniano y busca suceder al pelotazo del último Spider-Man también remita al doctor Jones Jr. es normal. Y así como solo Indiana Jones (o su espíritu) puede dar relevo a Indiana Jones en el maltrecho género del cine de aventuras, parece que solo Tom Holland puede sustituir a Tom Holland en la cumbre de la taquilla del cine mundial. 

Si Nathan Drake viene de Indiana… ¿en quién pensaban Lucas y Spielberg para caracterizar a Tom Selleck (sí, iba a ser el de Magnum)? Sabemos que el vínculo con Tintín fue casual, las críticas europeas de En busca del arca perdida destacaron el parecido. Spielberg las leyó, devoró la colección y acabó comprando los derechos a Hergé, con el que tenía una cita, cancelada por la muerte del creador de las hitchcockianas El asunto Tornasol y Las joyas de la Castafiore. 

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Otro personaje mítico sí estuvo en la génesis de la película: Dobbs, el buscavidas de Humphrey Bogart en El tesoro de Sierra Madre. Suyos son el sombrero, la chupa de cuero y el carisma. Se quedó fuera el gusto por empinar el codo y el lado oscuro (cómo no) de la idea original de Lucas. Spielberg quería un seductor, a lo Bond, a lo Han Solo. ¿Han Solo? ¿Cómo no pensaron antes en Harrison Ford?

3. Padre e hijo. La aventura es la aventura, tituló Claude Lelouch su comedia con hampones simpáticos (Lino Ventura, qué hombre) de 1972. Así de simple parece. El de aventuras es un género poco valorado, cada vez más raro de encontrar, olvidado en el cajón de las películas de acción, y que ya ponía nervioso a los productores clásicos, como cuenta Lillian Ross en Picture. Rodando con John Huston, que acaba de rescatar Libros del KO. Si en el libro era Louis B. Mayer de la MGM el que no se fiaba del lado sórdido de John Huston, con El tesoro de Sierra Madre fue Jack Warner, de WB. La aventura era rodar la película. Warner no lo tenía claro. Según iban llegando las facturas, su inquietud crecía, hasta que estalló: “Claro que están buscando oro… ¡El mío!”. Pero aguantó y acertó. 

Huston, que tenía la aventura entre ceja y ceja (con El hombre que pudo reinar cerró un círculo virtuosísimo) ganó el Oscar al mejor director y su padre, inolvidable Walter Huston, se alzó con el Oscar a mejor actor de reparto. Pero no fueron los únicos padre e hijo felices con la película. Es el poder de la aventura. Sencillo, pero contundente. A mi pequeño Guille, con 6 añitos, todo le parece natural. Después de aguantar sin pestañear hasta el final de El tesoro de Sierra Madre, lo tuvo claro. Entusiasmado, reclamó: “Y ahora, El tesoro de Sierra Padre”. Esa tendrá que hacerla Indiana Jones.

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