Walesa, la esperanza de un pueblo

Sin comerlo ni beberlo, Polonia fue diezmada por la Alemania nazi y liberada por el ejercito aliado para entregarla al régimen soviético. Invasión, guerra y dictadura durante medio siglo. Para resistir 40 años de penurias hay que tener una fe inquebrantable o un cuajo ante la adversidad heróico. No hay manera de entender cómo se forjan personalidades así en situaciones tan horribles, pero como el tallo que brota entre la nieve, el caso es que surgen. En el caso del biopic que el histórico Andrzej Wajda ha hecho sobre Lech Walesa, líder obrero que propició la democratización del país, se agradece que simplifique las cosas y no busque experiencias formativas que definieron su perfil de motor del cambio. Estamos cansados de verlo y además el propio Walesa siempre ha rechazado tanto novelar su biografía como intelectualizar su rol. Y así es el tipo de historia, entre documental y costumbrista, que se cuenta de la cabeza más visibile del sindicato Solidaridad, en la que hay poco sitio para el culto a la personalidad –si acaso al personaje; este Walesa es tan histriónico que daría para un celebrity rebuscado de Joaquín Reyes– y se busca el relato periodístico. De hecho, la película se articula en torno a una entrevista real que concedió a la reportera italiana Oriana Fallaci. Pero, con los datos en la mano y aceptando que es un retrato favorable, no consigue que más que Historia estés viendo algo que a Wajda le ha quedado algo antiguo.