Los fantasmas de mis ex novias

Ninguna obra, con excepción de Romeo y Julieta, ha sido tan adaptada a la gran pantalla como Cuento de Navidad, de Charles Dickens. Por ella han pasado todos los actores y todos los géneros desde Albert Finney a Los Teleñecos. McConaughey no iba a ser menos. No en vano hablamos de un auténtico revolucionario del cine comercial, que ha sido capaz de crear, él solito, su propio género: 'las películas de Mattew McConaughey'. La materia principal no es el propio Matthew en sí, sino sus abdominales y pectorales debidamente depilados; un furor poligámico primitivo y tribal que deja en el jardín de infancia la caradura de Rock Hudson y el encefalograma plano masculino.

Suena delirante, pero no lo es tanto como que las mujeres pierdan los huesos por él, un misterio trinitario que tiene a los varones en un sin vivir. Dispuestos estábamos pues, a aguantar otra exhibición de la mascota de Men’s Health… pero en esto llegó Michael Douglas, proto McConaughey al que dábamos por difunto y que resucita en el clásico personaje-guía dickensiano de Marley para salvar al filme si no del olvido futuro, ni de los tópicos pasados, sí de la ruina presente.

Rubén Romero