La noche de las dos lunas

"No hace falta amor para tener hijos, solo sexo. Y hoy en día ni siquiera eso”: son los puñales que como palabras lanza Eva (María Barranco) sobre su hija única Federica (Prakriti Maduro) cuando le interroga sobre su concepción. El diálogo, cínico y a despecho, constituye solo una visión de partida para el discurso que desarrolla La noche de las dos lunas acerca de la maternidad y los afectos paternofiliales. La película es el segundo largometraje de Miguel Ferrari, el actor, director y guionista venezolano que obtuvo el Goya a la mejor película iberoamericana por Azul y no tan rosa, su ópera prima del 2012. En esta ocasión, el cineasta parte de un suceso real (acaecido en Italia), que enfrentó a dos mujeres después de que el embrión de una se implantara en el vientre de la otra por un error clínico.

Ambientada en hermosas y residenciales localizaciones de Caracas, en las afueras de la convulsión política y social de la capital, La noche de las dos lunas propone una aproximación emocional e inclusiva con respecto al candente tema de la maternidad subrogada. Tremenda y efectista por momentos (el aborto de Fabiola/Mariaca Semprún, mientras canta, la persecución de autos entre las dos protagonistas, el clímax en el teleférico), pero colorista siempre en cuanto a las motivaciones y al lienzo cinematográfico, el filme apuesta por la belleza, los suspiros dulces y la poesía frente al dolor.