Hara-Kiri

Hara-Kiri

En tiempos del IVA por la nubes, previendo que las salas de cine van a empezar a cerrar masivamente y, en fin, de profundo desprecio por la cultura como motor intelectual de una sociedad avanzada, está uno más que nunca de buenas noticias. Y el esplendoroso momento creativo de Takashi Miike es sin duda una de estas noticias. El cineasta más prolífico del cine moderno vive instalado al fin en un estadio creativo de una altura fílmica y estética de la que no tenía yo noticia. Me había acostumbrado a deglutir su cine casi sin pestañear, sin percatarme de las diferencias más relevantes entre Llamada perdida y Gozu, entre Zebraman y Big Bang Love. Golpes de genio indiscutible se mezclaban con chorradas como la copa de un pino, y la sensación general era de hastío hacia alguien cuyo talento visual era indiscutible pero sus historias navegaban entre la reiteración y el desinterés. Llegó un momento en que me daba igual una que la otra. Pero todo cambió con 13 asesinos, sin duda su obra maestra. Y Hara-Kiri sigue su estela.

Instalado en un clasicismo que emparenta sus películas con las mejores de Chen Kaige –pienso en la conmoción que me provocó en su momento El emperador y el asesino–, Miike ha encontrado el tono que mejor le sienta y las historias que mejor sabe contar. El mundo de los samuráis, de sus luchas por el poder y sus traiciones fratricidas, de sus relaciones de fidelidad y vasallaje, es el terreno abonado donde tejer lazos de sangre –nunca mejor dicho– para que las pasiones broten a borbotones. De inspiración claramente shakesperiana, y por extensión, muy emparentado con el cine de Kurosawa, Hara-Kiri es un vendaval de emociones, filmadas con el temple de un director superdotado. Combina las escenas de lirismo arrebatado –la relación de pareja– con el fulgor espectacular de las luchas de grupo, que nada serían hoy en día sin esas katanas inteligentes de nueva creación que tan imprescindibles resultan en cualquier peli de samuráis. Y un último detalle, para nada baladí, Miike consigue que identifiquemos sin demasiado esfuerzo a los personajes y que nos quedemos con su cara hasta que el fatalismo acaba cebándose en ellos. 

Valoración:

FICHA TÉCNICA

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    Deseando morir con dignidad, Hanshiro, un samurai sin recursos, pide realizar un ritual de suicidio en la residencia del clan Li, dirigido por el obstinado y guerrero Kageyu.

  • RESUMEN: Tras la extraordinaria ‘13 asesinos’, Takashi Miike reincide en la excelencia con esta nueva epopeya de samuráis.