Finales, principios

Hay gente a la nos va regulinchi en el amor (la mayoría) y luego están las excepciones como Shailene Woodley en Finales, principios. Decide darse un descanso después de mucha actividad amatoria (seis meses sin sexo ni alcohol), y no ha acabado de comprarse la bragafaja de Bridget Jones cuando ya tiene llamando a su puerta a dos maromos del calibre de Jaime Dornan (alias Mr. Grey) y Sebastian Stan (el soldadito de invierno). Uno es ordenado y cerebral; el otro apasionado y caótico. Ni que decir tiene que ambos se pegan la vida padre (nadie sabe muy bien cómo) y pueden dedicarse a tiempo completo al cortejo de la amante cesante que, seducida (¡y quién no!) por semejante despliegue de testosterona, pronto deja de serlo.

La premisa supone la clásica dicotomía del telefilme alemán de sobremesa dominguera, del que lo aleja tanto la estética como el desarrollo de la producción y del personaje principal. Planos cerradísimos, constantes desenfoques, montaje picadito y paleta de azules al ritmo de un grandes éxitos del Primavera Sound (“playlist del sufrimiento”, lo llaman). Todo muy chic y muy indie, población Sundance, aunque puede llegar a resultar cargante. Las notas de producción dicen que Drake Doremus, ese director con nombre de primo de Khal Drogo, ha trabajado el trío con la improvisación de los actores. Suponemos que es una técnica que funciona dependiendo de los intérpretes y a estos tres que nos ocupan la naturaleza les concedió la belleza pero no la labia.

Shailene va con uno. Shailene va con otro. No se decide. ¡Ay! El espectador está en vilo. Pero hay truqui generacional. Shailene, esa actriz que fue woke antes de que se inventara la palabra woke, encuentra una solución hiperwoke, esto es, individualista, narcisista y muy pero que muy inclusiva. Sospecho que en el canal Playz les va a encantar, pero en el contexto de la industria estadounidense es coherente con la crisis de los géneros hollywoodienses: esa que tuvo sus principios en la comedia romántica y que ya se ha extendido al melodrama y de la que nadie parece conocer sus finales.