Expiación

Josu Lapresa

LA HISTORIA DE ‘EXPIACIÓN’, DIVIDIDA EN TRES EPISODIOS (una convulsa jornada de campo en 1935, la retirada inglesa de Dunkerque en 1940 y la memoria de los hechos desde 1999), habla del misterio y la culpa individual, elevada de categoría por estar trenzada alrededor de una tragedia de proporciones mundiales, la II G. M. Como buen producto británico, la ambientación histórica, la actuación clásica y la continencia dramática –lágrima difícil– lucen aquí a gran altura, especialmente el trío protagonista y la fotografía. La excelencia de esta última hace fluir sin estridencias una trama que, de trepidante, por momentos es atropellada. Falta aire. Faltan minutos. Y es que no hay manera humana de adaptar la obra maestra de Ian McEwan en cualquier cosa menor de tres horas y salir airoso. Pero como ésa es otra historia

–la confrontación literatura-cine–, diremos que Joe Wright (director) y Christopher Hampton (guionista) no sólo han construido una emocionante epopeya a partir del libro, sino que aportan el hallazgo visual de un final que en la novela ya era sobresaliente, pero que, hecho imagen, alcanza una nueva plenitud.