El ejercicio del poder

No es una sátira sino una visión desencantada y lúcida de las altas esferas políticas. No habla de tipos grotescos regidos por la vanidad o la sed de poder y, aun así, el director Pierre Schöeller se sirve de una serie de apretones de manos, conversaciones telefónicas y mensajes de texto para demostrar que, en ese mundo, alguien siempre está utilizando a alguien; que todos son prescindibles, y todo se basa en la percepción pública; que la política es una bestia que devora a los idealistas. En el proceso, construye un thriller político trepidante, que sondea hábilmente la inaccesible complejidad de un hombre atrapado entre sus convicciones y sus ambiciones y roído por sus angustias y sus debilidades, y que captura con agudeza toda la desmesura del poder y su dimensión fantasmal.