Crítica de 'Hopper, el polloliebre'

Cuando contamos cuentos a niños, a menudo es inevitable que todo termine girando alrededor de la lección a expresar. Y en este caso concreto, es una tarea encomiable hablarles de tú a tú y decirles que no siempre van a sentirse solos simplemente por ser diferentes. Pero muy a menudo, Hopper, el polloliebre olvida encargarse de que el resto también resulte memorable. 

No siempre es el caso: hay ciertos destellos de brillantez aquí, como la secuencia en la que nuestros héroes son secuestrados por una piara de cerdos (literalmente) cuadriculados. Pero al presenciar una historia contada de formas que hemos visto tantas veces antes, es difícil no plantearse que podría haber dado para una gran película de haber hecho más caso a su propia tesis: al final, ser diferente es lo que te hace especial.