Crítica de 'A través de mi ventana'

La literatura romántica young adult se ha convertido en la gallina de los huevos de oro de una industria que con ella acumula ganancias de forma segura y a costes muy bajos: da igual lo predecibles y nocivas en la idealización del amor tóxico (chica buena conoce a chico malo, chica buena sufre hasta que consigue cambiar a chico malo) que resulten estas adaptaciones; tienen un fandom fiel que les asegura prácticamente una saga. Tres metros sobre el cielo o After son un claro ejemplo de este fenómeno.

A través de mi ventana, que traslada el superventas de Ariana Godoy a la pantalla, llega a Netflix para seguir perpetuando los arcaicos clichés del género: Raquel está obsesionada con su vecino Ares, al que acosa, y cuando él repara en ella, arranca una historia de amor tortuosa y sexual que reitera, aunque de forma más sutil que sus predecesoras, el peligroso mensaje de que quien bien te quiere te hará llorar. 

Si bien los fans de estos relatos y los propios lectores de la novela de Godoy percibirán cambios significativos en un guion que con acierto se deshace de subtramas escabrosas y gratuitas, trata de empoderar al personaje femenino y mitiga la toxicidad en la pareja (aunque sacrificando el potencial de sus secundarios), el filme termina cayendo en los repetitivos altibajos emocionales y las viejas justificaciones del tormento amoroso.