Con la magia en los zapatos

Al poco de comenzar, Con la magia en los zapatos ya nos muestra su formato de fábula: un zapatero cuarentón (Adam Sandler) descubre que es capaz de transformarse en cualquiera de sus clientes cuando repara su calzado y se lo pone. Esto sirve para plantear el dilema moral de este cuento y de muchos otros: ¿cómo vas a utilizar ese superpoder que te ha llegado de repente? Thomas McCarthy se acerca más que nunca a sus referentes, que van de Frank Capra a Harold Ramis, y juega con ellos hasta llegar a sus mismas conclusiones (protestantes). Por sus irregularidades, no pasará el filme a la primera fila de la obra de este cineasta, que está plagada de joyas como Vías cruzadas (2003) o The Visitor (2007).

En ciencia se afirma que cuando se plantea un descubrimiento excepcional se deben aportar pruebas excepcionales que aguanten los controles y refuercen a dicho hallazgo. Aquí ocurre un poco eso: la premisa brilla pero no se acompaña de pruebas que la apuntalen. Como ocurría con sus metrajes anteriores, el reparto sobresale con su mezcla de actores reconocidos y semidesconocidos. El judaismo de fondo, la buena interpretación de Sandler y una pequeña trama de suspense final, no acaban de dar color a Con la magia en los zapatos aunque sí se nota que McCarthy apuesta por filmografías olvidadas, por eso tan raro en estos tiempos de tener un discurso cinematográfico e intelectual.