Ahora o nunca

Aupado por sus magníficos intérpretes y un puñado de directores con talento y oficio, el cine español ha terminado por cogerle el truco a los géneros, derribando por el camino una de las pocas murallas que le quedaban en pie, la de la comedia, como atestigua el éxito rotundo de Ocho apellidos vascos.

Cierto es que más de la mitad del presumible éxito de Ahora o nunca se deberá a la vis comica y a los registros del arrollador Dani Rovira, arropado especialmente por María Valverde y toda esa troupe de damiselas en apuros que forman Clara Lago, Alicia Rubio y Anna Gras, y que la otra mitad no es más que diseño de producción, con especial atención a la fotografía vaporosa de foco suave que clava el operador Pau Esteve Birba. Pero son estos los imponderables, más allá de la complejidad del guión o incluso de la verosimilitud del mismo, por los que se decanta la balanza de la taquilla.

Adaptando fórmulas patrias y yanquis de resacones y bodorrios, Ahora o nunca no es un dechado de originalidad, pese a calzar en la trama el uniforme militar del mismísimo general Franco Bahamonde. Incluso hay una trama de las tres, la del viaje en autobús, que aporta bien poco más que el debut de la cantante Melody al conjunto, pero es tal el ritmo, la pirotecnia y el encanto de los actores, que hace que pasemos por alto tales defectos y nos entreguemos con tontuna, romanticones somos, a este espectáculo time lapse, al descenso Deus ex machina de un helicóptero sobre los Cotswolds (aunque estos realmente hayan sido filmados en Catalunya).