Casa encantada, viuda desquiciada
The Night House, en Disney +
Es un género dentro del género. La casa encantada habitada por una viuda desquiciada que acaba de perder a su marido en circunstancias extrañas. Y a mí me encanta, la verdad. En este caso es Rebecca Hall, actriz que siempre me ha parecido sosilla pero que aquí, todo sea dicho, aporta una carga subversiva al personaje.
The Night House cumple todos los requisitos del género: la casa es una monada y tiene vistas a un lago infinito, el marido se ha suicidado de manera truculenta y la protagonista, profesora en una universidad, se niega a seguir la recomendación de su mejor amiga de irse a un hotel cuando empieza a ver y experimentar cosas raras.
El filme de David Bruckner, que debería haberse estrenado en cines y se ha estrenado directamente en Disney + (una pena), no innova demasiado en el género de la casa encantada pero es eficiente y original en su resolución (que suele ser, por lo general, algo chusca en este tipo de películas), reportándonos un rato más que disfrutable y algún que bote en la butaca.
El terror no tiene rostro
Los ojos sin rostro, en Filmin
El comienzo de Los ojos sin rostro es uno de los más inquietantes de la historia del cine. Suena la música circense de Maurice Jarre (compositor de Lawrence de Arabia o Dr. Zhivago) y una mujer conduce a toda velocidad por una carretera anegada en neblina. En el asiento trasero va una figura cubierta con un enorme abrigo masculino y un sombrero que la conductora, en un momento dado, arroja por un acantilado sin contemplación.
La inquietud solo va en aumento en este filme inspirado en una novela de Jean Redon. Georges Franju, el director, dosifica inteligentemente la información que nos da sobre el brillante cirujano protagonista y su secretaria, la mujer al volante, introduciendo magistralmente referencias a injertos de piel y células epiteliales que aumentan nuestra perturbación.
Todo para llegar a esos ojos sin rostro que titulan la película, una escena larguísima en la que la hija del cirujano (genial Edith Scob), una joven a la que un accidente de tráfico le ha desfigurado la cara, hunde su cabeza en la almohada ocultándonos su faz. La posibilidad de que nos mire nos produce los mismos escalofríos que esa pobre chica de rostro precioso a la que acaban de engañar para que acuda a la mansión del doctor.
¿Qué harías si volviesen tus seres queridos fallecidos?
Les revenants, en Amazon Prime Video
Un autobús escolar cae por un precipicio. Aunque este es el comienzo de esta excelente serie francesa de 2012, Les revenants arranca realmente varios años después, cuando los escolares que murieron en ese accidente vuelven a la vida como si nada.
Como una versión europea y existencialista de Perdidos a vuelta con el significado de la muerte, Les revenants sigue a los personajes de un pequeño pueblo que intentan comprender por qué han vuelto sus seres queridos cuando todavía no habían conseguido entender por qué se fueron.
Les revenants está basada en una película de 2004 dirigida también por Robin Campillo (120 pulsaciones por minuto) y entre sus créditos encontramos nombres como Frédéric Pierrot, Anne Consigny o el escritor Emmanuel Carrère como guionista.
Ouijas y Héroes del Silencio
Verónica, en Netflix
Ni Candyman ni Bloody Mary, Verónica. De hecho, tres veces Verónica. Así se titula este filme de Paco Plaza y, aunque alejado de la reflectante leyenda urbana, es fácil entender por qué. El director de [•REC], que a lo largo de la saga y, concretamente en la tercera entrega, nos dio un buen baño de terror costumbrista, logra en esta, su cinta mejor rodada (qué elegancia), darnos miedo sin necesidad de salir de Vallecas. Es decir, trae el terror a lo cercano, a lo conocido, a lo nuestro. Y da mucho miedo. Porque España, qué duda cabe, tantas veces asusta.
Cual exorcista cinéfilo, Plaza expulsa del género todo lo que suene a cliché yanqui de peli de posesiones. En Verónica, para comunicarte con el otro mundo tienes que pasar por el quiosco y comprarte la revista en fascículos que viene con ouija plastificada, la sesión se realiza en un sótano de tu cole de monjas durante un eclipse y tu madre viuda no puede protegerte porque trabaja en el bar hasta la madrugada. A Verónica, la mayor de tres hermanos, le toca por tanto ejercer de madre y padre en funciones. Es, curiosamente, en este bañar, vestir, alimentar, hacer los deberes y llevar al cole a los pequeños, donde Plaza se luce más, con un naturalismo y una verdad –esos Héroes del Silencio a todo volumen– que recuerdan a la reciente Verano 1993.
No debe de ser casual que ambas películas citen como referentes a tótems del cine español como El espíritu de la colmena o Cría cuervos, homenaje que en Verónica tiene cara y, sobre todo, ojos: los de Ana Torrent, la desconcertante historia de este país resumida en una mirada. Paco Plaza vuelve a jugar con los niños tras la visionaria Cuento de Navidad (ey, cómo se parece Stranger Things a esta TV movie, ¿no?), consciente de que su vulnerabilidad es otra cosa que asusta. Sobre todo, cuando esa segunda madre que los cuida empieza a ser acechada por sombras de intenciones malignas. Que pueden ser presencias demoniacas. O algo peor.
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