OPINIÓN

Día 2: Españoles en escena y violaciones de neuronas

Día 2: Españoles en escena y violaciones de neuronas
Día 2: Españoles en escena y violaciones de neuronas
Día 2: Españoles en escena y violaciones de neuronas

Primera prueba superada. Entre todos los escollos que tiene que sortear un festival de cine en España, hay uno especialmente temible: la inevitable programación de películas españolas. No obstante, las dos vistas hasta el momento en FICXixón 2010 no sólo no comprometen su línea de flotación, sino que contribuyen a ampliar los horizontes de la cinefilia planteados por el certamen.

Todas las canciones hablan de mí es puro cine de género. Sólo que, en vez de terror, ciencia-ficción o western, el de la opera prima de Jonás Trueba es el cine francés de los años sesenta, con el Truffaut de Besos robados a la cabeza. Oriol Vila es el particular Antoine Doinel de una película que sólo debe entenderse a partir de las reglas del exploit y el sampleado. Su invocación directa de Rohmer a Oliveira no aporta ni una brizna de originalidad y tanta desnudez a la hora de citar es algo que pone nerviositos a muchos críticos, pero eso no puede negarle belleza (Madrid fotografiado como si fuera París) y pulcritud formal nada corrientes en nuestro cine. Por cierto, que entre ésta y Los condenados Bárbara Lennie está haciéndose un carrerón aguantando primeros planos. Por nosotros que no pare.

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Distinto es el caso de La vida sublime, vista en la sección Rellumes. La segunda película de Daniel V. Villamediana da un giro humanista tras la (perfecta) radicalidad mecánica de El brau blau y no mira hacia Francia, sino que clava su mirada en las propias raíces de España y su cine. Retomando el abortado viaje de la niña Estrella a Andalucía que Víctor Erice no pudo rodar en El sur, Villamediana va desde Castilla hacia Cádiz en un recital plástico y oral que consigue embaucar al espectador con la misma facilidad con la que su protagonista Víctor atrapa a los interlocutores que se cruzan en su camino. En definitiva, hacer creer que no hay mejor océano que los campos de trigo. Una película excelente que se echa de menos en la Sección Oficial.

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Volveremos sobre ésta y otras películas del día, pero al acabar la jornada es imposible borrar de la mente las imágenes con las que el videoartista norteamericano Reynold Reynolds nos ha violado las neuronas. Su retrospectiva podría ser la gran joya del festival. La sala ha quedado enmudecida ante la fuerza visual de sus vídeos experimentales en HD. Si sus primeros trabajos resultaban espectaculares presentando la vida cotidiana de familias envueltas en llamas o sumergidas bajo el agua, con su última trilogía hace del espacio-tiempo y la medición científica sublimes enfermedades obsesivas sobre el cuerpo de una mujer. El tipo está graduado en ciencias físicas, y se nota. Tan descolocado deja, que después, en vez de ver los conciertos programados de Love of Lesbian y demás indies, sólo era posible hablar de Heisenberg.

Daniel de Partearroyo, desde Gijón.

Anterior: Día 1 en FICXixón 2010. Siguiente: Día 3.

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