OPINIÓN

'Aborto Criminal': la peli más rancia y vergonzante del cine español

'Aborto Criminal': la peli más rancia y vergonzante del cine español
'Aborto Criminal': la peli más rancia y vergonzante del cine español
'Aborto Criminal': la peli más rancia y vergonzante del cine español

¿Es relevante una exploitation española de 1973 en pleno año 2018? Pues viendo como el parlamente argentino sigue sin legalizar el aborto, sí. En algún momento hemos pensado que quizá los políticos del país han visto este película de sinvergüenza de Ignacio F. Quino, toda una oda a los peligros, físicos y morales, del aborto. La frase del cartel indica la mentalidad rancia que preside este film: la que fornique tendrá que parir. El movimiento Incel esta tardando en descubrir esta joya.

La película comienza destacando su calificación de “Especial Interés”, una distinción que daba el gobierno de Franco para resaltar films con efectos moralizadores: su director supo agradar al regimen. La publicidad del film incluía frases como “en todas las clases sociales un problema: el aborto”, “abortar es asesinar” o mi favorito: “con todo su contenido de vicio y corrupción”. Con esto nos hacemos una idea de por dónde irán los tiros...

'Aborto Criminal': la peli más rancia y vergonzante del cine español

El protagonista principal del film es el inspector Roland: nombre extranjero que aleja el film de España. Porque en España estas cosas no podían pasar, claro. Interpretado por un joven Máximo Valverde con un RIDICULÍSIMO bigotillo, Roland tiene un gran misterio entre manos: una mujer medio muerta aparece de repente en la calle. La investigación pronto apunta a una red clandestina de abortos, llevada por unos desalmados.

El caso más dramático es el de Ana (Emma Cohen / Caponata), la chica que descubre Roland, cuya historia vamos recomponiendo poco a poco a lo largo del film. La chica tiene una affaire con un hombre casado que resulta en un embarazo. La pobre se maldice por idiota e imbécil, aunque el caballero está más que dispuesto a hacerse cargo del pequeño. Pero Ana rechaza al tipo que al engañó, se vuelve loca por la experiencia y decide suicidarse.

El caso más ridículo es el de Menchu, una supuesta moderna / hippie que fornica con miembros de una pandilla ridícula con bombines en plan La naranja mecánica. Igual Iquino se pensó que la juventud era realmente así... Menchu tiene malas compañías, fuma (incluso un porro), mira pornografía y tiene sexo prematrimonial. Normal que acabe mal.

Si no tenéis bastante con todo esto, aún tenemos otros dos casos: una prostituta que se enamora de un chulo y una mujer casada que resulta tener un amante. Todas optan por interrumpir el embarazo, cosa que nunca haría una mujer como Dios manda. O caso todas, que una acaba viendo la luz gracias a su fe en Dios...

El inspector Roland sigue todos los casos hasta que consigue localizar a estos desalmados. Por supuesto, los abortistas están vinculados con una red de prostitución y son una panda de gente sin corazón, avariciosos y sin la más mínima empatía ni humanidad. Los abortos son siempre practicados en condiciones infrahumanas y terminan con las chicas muertas... Pero claro, si no hubieran sido unas golfas, no habrían acabado así.

El film es un cacao tremendo que buscando escandalizar a la sociedad del momento lo que consigue es aturullar al espectador. Los casos de las cuatro mujeres, flashbacks y la investigación del inspector se entremezclan de manera atropellada y confusa. La idea es que la peli fuera un no parar, siempre con el drama a tope: cuernos, asesinatos, violaciones, y que representara todas las clases sociales. Jóvenes ricas, obreras, casadas y putas: el aborto es esa plaga del siglo XX que afecta a todos por igual.

'Aborto Criminal': la peli más rancia y vergonzante del cine español

El uso de música clásica (de nuevo, imitando a La naranja mecánica) para ilustrar una exploitation con mensaje ultra-conservador hace todo aún más gracioso y delirante. Por no hablar de las canciones pop que ilustran el film, que destacan que aquí Led Zeppelin aún nos quedaba lejos y a la gente lo que le gustaba era Nino Bravo y Camilo Sesto, a pesar de mostrar ese tipo de hippies raros en plan El asesino de muñecas. El discurso es tan conservador como sensacionalista, y unido a la siempre nefasta dirección de Iquino da peli mediocre, risible y tremendamente machista. Era España en 1973, y su director contaba con 63 años. Tampoco se le podría pedir más. El movimiento incel está tardando en convertirla en peli de culto.

Iquino no tenía mayor intención que la de aprovechar un escándalo de moda, el de las chicas que iban a Londres a abortar, y apuntarse a la única opción que le iba a dar el régimen. Después, en democracia optó por otro enfoque haciendo pelis eróticas con lesbianas o ejemplos de “violación y venganza” con Los violadores del amanecer, abrazando lo de “contra la violación, castración”. ¿Mensaje? Pues a mí me da que el único que lo único que perseguía era forrarse y poco más.

La propia Emma Cohen comentó que, aunque le asqueaba la crítica al aborto libre, pensó que la película serviría como advertencia. ¿Contra el aborto? No, contra esas clínicas clandestinas con pocas garantías: “pensaba que, en el fondo, podía ser un mensaje para que la que quisiera abortar fuese a Londres o a Holanda a hacerlo, porque si lo hacía en España corría el riesgo de morir, como mi personaje”. Desde luego, tendría muchísima coña que alguna mujer tomara esa decisión tras ver una peli como esta.

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