OPINIÓN

Marcel

Con los pies en el espacio
Con los pies en el espacio
Cinemanía
Con los pies en el espacio

Tiene seis años. La banda sonora de su vida, por encima de los pájaros y el crujir de las ramas y el silencioso crepitar de las rosas creciendo y el maullar de los gatos y las abejas que pasan zumbando a su lado y una garrapata silenciosa que se agarra a la pernera de su pantalón mientras juega en la hierba, es el ruido de tiros espaciales que él mismo produce con su boca. Vive en una casa de piedra, ventanas granates, un bosque encantado

El jardín es un territorio armónicamente salvaje; los bancos de piedra están cubiertos de hiedra de la manera adecuada (es decir, dejando el hueco estrictamente necesario para que pueda sentarse en ellos un hombre de barba blanca fumando en pipa, apartándose la hiedra en la medida exacta para que una gata llamada Miss Tigri duerma la siesta, apartándose las ramas de los pinos lo justo para dejar pasar un rayo de sol cuya tibieza alcance y acaricie sus rayas grises y negras).

 Mi fantasía de infancia se labró alrededor de cuentos como en el que él vive: castillos, ríos navegables, corzos, ardillas. A veces el encuentro entre lo que fue mi sueño de infancia y lo que es su vida es un estallido: una mañana lo veo partir hacia la escuela con una mochila apaisada, roja y azul, igual a la que soñé mucho tiempo, después de verla en una película. Su camino hacia el colegio está salpicado de referentes de los que quizás solo yo me percato, pero que creo que están bien claros para quien quiera verlos: El jardín secreto, Heidi, La Aldea del Arce. Sin embargo, él lo recorre haciendo con la boca los ruidos fulgurantes de las naves de Star Wars

Heidi se divierte con Copito de nieve
Heidi se divierte con Copito de nieve
Cinemanía

A mí me gusta su vida, y le pregunto: “¿Has visto alguna vez un jabalí?”. Le enseño la parte de mi vida que creo que puede interesarle: Una foto de cuando fui enviada por un periódico a la convención mundial de Star Wars, vestida de Leia, abrazando a Chewbacca. En mis ojos, el cansancio supremo de la que se vio toda la saga por primera vez en la última semana. “Quiero ser escritor”, declara convencido al ver las fotos. Pero hay algo que le inquieta. Se mueven sus ojos brillantes con la alegría del niño de cuento que no deja de ser. Duda, pero finalmente pregunta: “¿A veces no se te cansa la mano?”.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento