Yago García Redactor 'Cinemanía'
OPINIÓN

‘El show de los Muppets’: ¡Vivan los Teleñecos!

Las décadas pasan, pero la creación de Jim Henson sigue siendo un hito inclasificable. 
Mark Hamill y Miss Piggy en un momento galáctico de 'El show de los Muppets'.
Mark Hamill y Miss Piggy en un momento galáctico de 'El show de los Muppets'.
Cinemanía
Mark Hamill y Miss Piggy en un momento galáctico de 'El show de los Muppets'.

No todo van a ser novedades en esta vida: CINEMANÍA rescata los shows que hicieron historia de la TV con esta colección de artículos. Bienvenidos a nuestros Clásicos en serie.

Imagina un programa de TV que se pone por montera todas las convenciones establecidas para los formatos de talk show y de variedades. Un lugar en el que cualquier aspecto de la cultura popular es susceptible de ser triturado en parodias descacharrantes (pero de verdad, no como las de Dreamworks) y aptas para cualquier edad, mientras que estrellas de perfil altísimo se pelean por aparecer en sus episodios. 

Y lo mejor de todo: las figuras principales de ese programa son marionetas con más personalidad que casi cualquier presentador graciosete.

Pues bien: ese programa existió, y su nombre era El show de los Muppets (Disney+). O, como lo conocimos en España, El show de los Teleñecos. Un espacio concebido por Jim Henson en su perpetua cruzada para demostrar que los títeres tenían un potencial más allá del entretenimiento infantil, tras un experimento en Saturday Night Live (The Land of Gorch) que, si bien duró solo un año, le permitió hacer contactos entre sus futuros invitados.

Y, como la fama de muchos de esos invitados fue efímera (o se quedó circunscrita al público de EE UU), las temporadas del show nos permiten apreciar la deliciosa paradoja de que la rana Gustavo, Miss Piggy e incluso Fozzie resulten más familiares que las presuntas estrellas a las que acompañan.

Pero eso solo ocurre en algunos casos: además de sketches inmortales como el Mahna Mahna o las intervenciones del Chef Sueco, tenemos a ese Elton John emplumado tocando entre cocodrilos, a Vincent Price con colmillos o a Liza Minelli bailando el Copacabana. 

Y, lo mejor de todo, transmitiendo siempre la impresión de que dichos invitados se lo estaban pasando en grande, incluso un Peter Sellers que, en un raro momento de sinceridad, musitó “yo no existo” durante su entrevista con Gustavo.

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