OPINIÓN

Pasa la vida

Pasa la vida
Pasa la vida
Pasa la vida

El perro es el mejor amigo del hombre, y resulta que se lo devolvemos haciéndoles un lío a la hora de calcular la edad. Ya que un año humano equivale a siete perrunos, ¿no seríamos todos más felices si midiéramos el tiempo como ellos? De esa manera, las personas viviríamos más de 500 años de media y los chuchos no se estresarían echando cuentas.

Yo mismo me voy acercando al tríptico de la vida, esa edad fronteriza en la que si miras atrás distingues tres etapas bien diferenciadas: hasta los 15 años somos niños, hasta los 30 ejercemos de veinteañeros (como bien supieron los personajes de Friends) y hasta los 45, en teoría, consolidamos la madurez que hará de nosotros unos viejunos más o menos saludables, neuróticos, dichosos o cascarrabias. Podríamos pensar que cada una de esas etapas anula la anterior, pero mejor desconfiar de los adultos que niegan al niño perplejo y el adolescente inmaduro que habita en su interior.

Para rematar la extrañeza, hay veces en las que el tiempo pasa demasiado lento (las tardes de domingo) y otras en las que nos supera de forma vertiginosa (¿ya es Navidad otra vez?). Sería conveniente cambiar la datación en perídos de 12 meses por otros parámetros; descartando

que nos corten por la mitad para contar los anillos (sólo vale con los árboles y las marionetas, según la serie Scrubs), podríamos contabilizar los bares que nos han cerrado o las revistas que han desaparecido durante nuestra vida (me faltan dedos, incluidos los de los pies). En realidad nos

servirían todos los placeres disfrutados a conciencia: los helados de vainilla, las canciones fundamentales, los baños en el mar, las buenas películas, los orgasmos en compañía…

Viene esto a cuento porque me pregunto a cuántos años en la vida de un perro equivaldría cada uno de los 15 que cumple CINEMANÍA. Guau!

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