
Querida Katie:
Mientras dicto mentalmente esta carta a mi ayudante Clarence, no puedo evitar pensar lo muchísimo que os quiero a Suri y a ti. Y, por eso, Clarence lo acaba de escribir: así de fácil. ¿Cuántas veces os he dicho que merece la pena utilizar el 100% del cerebro? Pero vosotras, nada, seguís tirando solo con el 20% como el resto de la gentuza no ciencióloga. Espera un momento, Katie.
(¡Clarence! Eso de “gentuza no ciencióloga” no es cosa mía, por favor, sustitúyelo por lo que he pensado).
Pero vosotras, nada, seguís tirando con el 20% como el resto de los gentiles.
Cariño mío, en la última conversación que mantuvimos me pareció que estabas algo alterada. ¿De dónde te has sacado que hay un señor vigilándote? Trata de tranquilizarte, Katie. A veces, cuando uno está nervioso le da por pensar que hay gente que le acecha. Cuando te visiten estos negros pensamientos, debes recurrir al ejercicio de meditación que te enseñé. Te recuerdo cómo es: “Te sientas delante de una pared desnuda y te quedas inmóvil mirando fijamente el gotelé. Para que funcione, tienes que estar mínimo una hora y media”.
¡Que te están espiando! ¡Qué locura!
Además, ¿sabes lo que cuesta eso? Contratar a un detective te sale por 10 de los grandes a la semana, y no incluye ni los micrófonos ocultos ni las microcámaras; el teléfono sí que te lo pinchan por ese precio. Así es que deja ya esa vaina. Por cierto, antes de que se me olvide, te he borrado la agenda del móvil. Si lo piensas bien, no necesitabas todos esos contactos: Papá, Mamá, Hermana… tenías hasta el numero de tu prima Heather, la que vive en Little Rock. ¡Pa’ qué tanto! Si quieres desahogarte puedes hacerlo conmigo. Todo tu mundo debe girar en torno a mí; yo soy... (Si, Clarence, maldita sea, escríbelo)… tu LORENZO.
Solo una cosa más, acuérdate de que el próximo sábado es 13 de marzo y vendrán a casa los hermanos cienciólogos de la parroquia a celebrar el nacimiento de L. Ronald Hubbard, que el gran Xanu lo tenga en su gloria.
Llama a los del catering y encárgales un arroz señoret para doscientos.
Y esto es todo. Se despide, Tu TOM.
P.D.: Me ha dicho un pajarito que sales a correr en mallas, ya sabes que prefiero que lo hagas con un chándal ancho. Hay que tener cuidado, que los pobres son muy libidinosos.
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