OPINIÓN

Dos versiones

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MI VERSIÓN: “Cuando estás arriba, tienes que mandar el ascensor abajo”. Esta máxima, que lo que viene decir es que: el deber de las personas que han triunfado es ayudar a los que empiezan, siempre la he llevado YO muy a gala. Incluso, durante una época pensé en tatuármela en el antebrazo, pero al final me tatué unos pictogramas chinos, cuyo significado me aseguraron que era “Amor verdadero”, pero que en realidad ponía “Me gusta el picante”. El caso es que, el otro día, grabé con un cómico que está empezando. Es un chico andaluz muy prometedor que tiene ESO con lo que se nace: luz propia. Todo el mundo se ríe con sus ocurrencias. No es que haga nada nuevo pero lo hace de una forma distinta. Y además está el acento, claro. El acento andaluz es como la llave que abre todas las risas.

Yo en la grabación hice todo lo posible porque se sintiera cómodo y también, por qué no decirlo, resaltara, aunque fuera en perjuicio mío. Soy así. Le servía las bromas en bandeja e intentaba que no se sintiera mal cuando se equivocaba. Le avisaba cuando el sudor le perlaba la frente. Le decía dónde tenía que colocarse para que se le viera más. Le corregía (sin brusquedad) cuando seseaba o ceceaba. En fin, que me porté con él CHAPÓ. Pero no sirvió de nada, el muchacho estuvo nerviosísimo y no dio pie con bola. Y se debió oler la tostada porque le temblaba el labio. Entonces lo llevé a un aparte y le dije: “No hagas caso a la gente, estás haciendo un buen trabajo”.

LA VERSION DEL MUCHACHO ANDALUZ: ¡Madre mía! El otro día coincidí con Joaquín Reyes en una grabación y menudo personaje. No se sabía el texto y lo cambiaba continuamente, gesticulaba mucho cuando era yo el que hablaba, me interrumpía, me abrazaba sin ton ni son… Ya me habían hablado de él, pero no me lo quería creer. Además, me da un poco de pena decirlo pero… olía a alcohol.

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