El Niemeyer acusa al concesionario de hostelería de "no haber pagado desde que llegó y querer irse así"

El abogado de la Fundación Centro Niemeyer, Ángel Bernal, ha acusado este jueves al concesionario de la hostelería de "no haber pagado un euro desde que llegó (mayo de 2014) y probablemente es lo que pretende hacer hasta que se marche". Lo ha hecho en el juicio celebrado en el Juzgado de Instrucción Número 7 de Avilés, en que le ha reclamado el pago del canon (uno fijo y dos variables), cifra que asciende a cerca de 100.000 euros.

El abogado de la Fundación Centro Niemeyer, Ángel Bernal, ha acusado este jueves al concesionario de la hostelería de "no haber pagado un euro desde que llegó (mayo de 2014) y probablemente es lo que pretende hacer hasta que se marche". Lo ha hecho en el juicio celebrado en el Juzgado de Instrucción Número 7 de Avilés, en que le ha reclamado el pago del canon (uno fijo y dos variables), cifra que asciende a cerca de 100.000 euros.

La entidad asegura que "la explotación ha sido rentable, lo que no quiere es pagar". El acusado, Enrique Martínez Ondina, se escuda en que la Fundación no le ha abonado varias facturas, que considera necesarias para poner en marcha la actividad, y que ascenderían a más de 90.000 euros.

Además, ha argumentado que le condonaron el canon, algo que el director del Niemeyer, Carlos Cuadros, el responsable de programación, Borja Ibaseta, el ex viceconcejero de Cultura, Alejandro Calvo, y la ex secretaria de la Fundación, Pino del Río, lo han negado. Dijeron que eso fue solo aplicable a mayo de 2014 y por no haber abierto aún la torre.

La acusación ejercida por el Niemeyer ha asegurado que el concesionario "ha hinchado" las facturas hasta alcanzar una cifra cercana al canon que han calculado, ya que la cifra tampoco es certera al no conocer los ingresos y beneficios de la actividad, necesarios para determinar el canon variable (uno del 3,3% de la cuenta de resultados y otro del 25% de los beneficios). Ondina no se los ha trasladado, como tampoco justificado correctamente las facturas presentadas, según ha argumentado Bernal.

Las desavenencias entre el centro cultural y el concesionario comenzaron a los 20 días de hacerse cargo del servicio. El 26 de mayo de 2014 fue el primer día que trasladó a la secretaria de la Fundación su intención de abandonar el contrato. "Le dije que tenía que cumplirlo y sabía desde el principio que tenía que subrogar a los trabajadores", ha indicado Pino del Río.

La defensa del concesionario, ejercida por Gabriel Giraudo, ha achacado un vacío de poder en el Centro Niemeyer durante el concurso de adjudicación del servicio y que "le han explicado una cosa y se ha encontrado otra o no se ha enterado", en referencia a su cliente.

La subrogación de 14 trabajadores del anterior concesionario, "a los que en el último mes les triplicaron el sueldo" según Giraudo, la ausencia de materiales o datos incorrectos respecto a la ocupación de la cafetería y el restaurante fueron algunas de las quejas del concesionario.

Durante el juicio, al que acudieron diez testigos, se puso de relieve la mala relación que mantenía Martínez Ondina con los responsables de la Fundación. "Desde que llegué (septiembre de 2014) me encontré una persona difícil, con la que las conversaciones acababan a gritos cuando no con riesgo de amenazas físicas", ha descrito Cuadros.

Amenazas físicas

"El último día que le vi fue para reparar un atasco en la torre, dije de cambiarlo de sitio, dijo que ni se me ocurriera. Amenazó con matar a alguien y salió corriendo hacia la plaza con un cuchillo en la mano", ha relatado Eloy Uría, responsable de mantenimiento.

También ha hablado de algunas reparaciones, como cuando se iba la luz, "que en la mayoría de los casos era subir el automático y nos llamaban para hacerlo" o que saltaba la alarma de incendios "y era que no habían puesto la campana".

Las inundaciones, que han provocado 33 reparaciones en el ascensor de la torre desde primavera, se deben, según Uría, a que el concesionario instaló un lavavajillas y por el desagüe se colaban sólidos, "encontramos estropajos".

La Fundación Centro Niemeyer reclama, además del pago del canon, la rescisión del contrato, que finalizará en mayo de 2016. El juicio ha quedado visto para sentencia.

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