CÉSAR-JAVIER PALACIOS
OPINIÓN

La España de los muertos sin vivos

César Javier Palacios, colaborador del 20minutos.
César Javier Palacios, colaborador del 20minutos.
JORGE PARÍS
César Javier Palacios, colaborador del 20minutos.

La pasada semana me hice con dos amigos la ruta de los dólmenes del norte de Burgos. Son impresionantes construcciones megalíticas levantadas en la comarca de Sedano para servir de enterramiento a comunidades prehistóricas, las primeras en traer la agricultura y la ganadería a esas tierras hace unos 6.000 años, al final del Neolítico. Se supone, pues en realidad apenas se sabe nada de esta remota civilización sin pueblos localizados más allá de estos monumentos fúnebres. Buscábamos viejos panteones y para nuestra sorpresa nos dimos de bruces con el país de los muertos sin vivos, la España vacía. Cada pueblo al que llegábamos estaba más despoblado que el anterior, pero todos aparecían extrañamente bien cuidados, perfectamente asfaltados, las casonas de piedra impecables, pulcramente techadas, con dobles ventanas, robustas puertas, jardines con caléndulas floridas, fuentes silenciadas en plazas donde el silencio lo cubría todo de olvido. Al anochecer el paisaje resultó aún más fantasmagórico, con las calles desiertas de todos esos pueblos perfectamente bien iluminadas por grandes y numerosas farolas señalando el vacío, ninguna luz en las ventanas, tan solo los intermitentes leds verdes de los contadores de última generación enviando en tiempo real información sobre el no consumo de viviendas aletargadas. Ningún ladrido o rebuzno rompía el sepulcral mutismo de la noche, apenas un runrún machacón, el tecnológico zumbido permanente de los cercanos aerogeneradores que tanto dinero dan todos los años a unos pueblos convertidos, definitivamente, en escaparates veraniegos.

¿Dónde está todo el mundo? Los jóvenes se fueron a estudiar a la ciudad y ya no volvieron. Los mayores, a trabajar y tampoco volvieron. Los ancianos se quedaron solos, aferrados al terruño como las raíces de los viejos robles, pero llega el invierno, el frío, la Navidad, y o se van a esa confortable casa que se compraron en la capital cercana al centro de salud, o a la casa de los hijos, o acaban directamente en una residencia.

En el valle de Sedano veraneaba el escritor Miguel Delibes. Fue en el pequeño pueblo de Cortiguera, de palacios blasonados colgados sobre el Ebro, donde ubicó la historia del disputado voto del señor Cayo, uno de sus entonces tres únicos habitantes. Hoy ya nadie se disputa los votos de esta España sin nadie donde la densidad es inferior a la de las comarcas más remotas de Laponia. Apenas 1,5 habitantes por kilómetro cuadrado. El turismo rural parece ser la única alternativa de futuro.

Llegas a Sargentes de la Lora y te recibe un espantoso edificio moderno rematado con una pirámide de cristal. Museo del petróleo. Cerrado. Es todo lo que queda del sueño franquista, la fallida Oklahoma española. El último de los pozos en producción será clausurado el próximo 31 de enero, como también lo fue la gasolinera, convertida en una triste foto de abandono, en un pueblo donde todo aparece cerrado a cal y canto salvo el bar El Oro Negro. Es el único abierto, mustio recuerdo de esos años de visitas de americanos, ministros y gobernadores civiles. En un siglo la localidad ha pasado de 1.000 habitantes a los 100 actuales, aunque estas Navidades no quedarían ni 20. Eso sí, contenedores de basura y de reciclaje hay por todas partes, en un número sobredimensionado para el lugar.

Varios carteles te llevan hacia el dolmen de La Cabaña por una pista perfectamente acondicionada. De unos chopos sale asustado un bando de zorzales poco acostumbrados a la presencia de turistas dolménicos. Un zorro con voluminoso pelaje invernal nos mira curioso desde un cotarro cercano. Aparcas el coche junto al manantial Navazal, de donde salieron las grandes piedras para levantar el incomprensible monumento funerario, erigido justo en el borde de una desolada paramera. Ni un alma en kilómetros. Tan abandonado el sitio como la comarca entera. Muertos sin vivos de hace 6.000 años y de ahora mismo

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