Daesh: Un peligro 'líquido' que abre franquicias

Combatientes del grupo terrorista Estado Islámico en la ciudad siria de Al Raqa.
Combatientes del grupo terrorista Estado Islámico en la ciudad siria de Al Raqa.
GTRES
Combatientes del grupo terrorista Estado Islámico en la ciudad siria de Al Raqa.

El terrorismo yihadista es un peligro líquido, tan real como inconcreto; una de las amenazas más desconcertantes que afronta el mundo por la asimetría de sus manifestaciones. En Siria o Irak puede adoptar una morfología pseudomilitar que se expresa bélicamente, mientras que en Bruselas, ataca mediante células de baja complejidad organizativa y en Orlando, a través de un sujeto que actúa de forma individual, siguiendo un mandato genérico con el que se identifica, pero sin vinculación jerárquica. Las conductas 'homicidas-suicidas' de los individuos que se vinculan al terrorismo yihadista son asimismo un reto descomunal, como reto es que el fenómeno haya encontrado un campo de batalla virtual -Internet- del que se sirve con una absoluta eficacia para nutrir sus filas de forma constante.

Nos enfrentamos, además, a algo que manifiesta una gran resiliencia, ya que desde finales de los años ochenta no ha dejado de crecer y las guerras desplegadas no han servido para frenar su expansión. En buena medida esa resiliencia viene determinada por el hecho de que el fenómeno, por más que se nos presente como un frente definido en algunos territorios en conflicto como Siria e Irak, se ha convertido ya en una ideología a la que sujetos, actuando individualmente o en grupo, se vinculan por sí mismos de forma afectiva, franquiciándose.

Es, en definitiva, una amenaza que nos va a acompañar mucho tiempo si no elaboramos, como Estados y como sociedades, las respuestas adecuadas. Para ganar, estas deben consistir en mantener la lucha contra los terroristas a nivel policial, judicial, legislativo y militar y, además, en conformar sociedades integradas en la que no permitamos umbrales de exclusión de ciudadanía. Contra la eficacia de su proselitismo, es vital elaborar una contra-narrativa eficaz, y para ello es fundamental que las comunidades musulmanas alcen la voz con potencia y que la sociedad ofrezca espacios para que esa voz se escuche. El hecho religioso islámico no es el causante de esta ideología criminal; si confundimos Islam con terrorismo y a los musulmanes con los terroristas, éstos obtendrían una de sus mayores victorias y se la habríamos entregado entre todos.

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