Tengo que escribir una nueva columna y tiene que ser de amor. Se publica el 14 de febrero y tiene que ser de amor.

Abro el portátil, esto no va a ser fácil.

No ha sido mi mejor año (en lo que a amor se refiere). Este año se nos acabó el amor, o fue mucho antes, pero este año decidimos hacer caso a lo que ya sabíamos y nos separamos. No ha sido un camino sencillo. Al fin y al cabo se trata de aprender a vivir de nuevo cuando de pronto todo lo conocido se tambalea. No es fácil, no lo es. Pero cuando ya solo se puede tomar este camino, creedme que uno lo siente.

Desde que conocéis mi separación, recibo cartas a diario pidiéndome consejo como se lo pediríais a una amiga sobre cómo superarlo, cómo afrontar los cambios, cómo actuar cuando hay hijos... "Isa, dime cómo volver a tener ilusión".

Pues veréis, como tantas cosas que me ha tocado vivir y para las que uno no está preparado, lo he tenido que ir aprendiendo sobre la marcha. Y como todo, también quienes lo pasaron antes que yo me fueron contando cosas que luego me han ocurrido a mí, y yo he hecho lo mismo con quienes han venido detrás.

Y todo esto me ha dado para dos reflexiones. Por un lado he sido consciente de lo parecidos que somos unos a otros en lo básico, en los sentimientos, en el amor, en el desamor... Cuando hablamos desde las entrañas, ¡qué fácil entendernos! Y por otro, me he dado cuenta de la necesidad que tenemos de pedir ayuda, de acudir a alguien que haya pasado lo mismo que nosotros, de sentirnos comprendidos.

Así que a los que venís detrás de mí, os voy a decir algo: no os preocupéis, encontraréis solución a todo, y nada, nada, es tan grave como parece.

Resulta que descubriréis que sois capaces de mucho más de lo que creéis y que no hay nada como que no te quede otra para sacar fuerzas y desarrollar nuevas habilidades. Desde organizarte para llevar todos los días a los críos al colegio (con el mandilón que toca, porque ahora tienen dos, la bolsita del tentempié o el trabajo de turno...), hasta recogerlos a la hora, llevarlos a las actividades (no sin antes prepararles la merienda), bañarlos, que cenen y acostarlos a una hora prudencial, pasando por arreglar el grifo de la ducha, gestionar el papeleo o aprender de una vez qué tipo de gasolina es la que lleva tu coche (jaja, taras que tenía una...).

Pero yo hoy quiero escribir sobre el amor porque ayer recibí un e-mail de una pareja que me cuenta que lee mis columnas y luego las comentan, y me decían que tenían fe en lo que publicara este día. Pues os diré algo, vuestro e-mail destila amor, y en este año en el que las pocas aproximaciones que yo he tenido a algo parecido no me dan ni para cuatro líneas (aunque me dieron para muchos poemas...), habéis sido vosotras las que me habéis devuelto la fe a mí.

Así que enhorabuena y gracias.