Infidelidad 4.0

Estaba enganchada a la pantalla de mi ordenador. Pasaba las noches esperando a que Moreno78 se conectase. Jamás había necesitado ligar por Internet, es más, la gente así me parecía una auténtica friki. Que si Twitter, Grinder, Tinder... Todo me sonaba a nombre de chocolatina. Sin embargo, mi verdadera adicción al dulce comenzó con un golpe de click.

Era un hombre divorciado. Tenía 42 años aunque su apariencia era la de un chico de 33. Nuestra relación se apagó hace 4 semanas. Fue una noche de esas de verano en las que el atardecer tardaba en llegar y el calor escapaba del asfalto de las calles. Un Gin-Tonic, mi portátil y toda la madrugada por delante.

MORENO78: ¿Estás?

LAIKA CAN: ¿Lo dudabas? Y con el conjunto de lencería negra que tanto te gusta.

MORENO78: Ya sabes que me gustas más sin él… ¿Enciendo la cam?

LAIKA CAN: ¡Dale! Yo mientras me enciendo en la cama y me voy quitando la ropa.

Ha sido el único hombre del mundo que ha sabido hacerme vibrar de verdad. La persona que ocupaba mi pensamiento desde el comienzo del día hasta su ocaso. Me hacía perderme en fantasías que inventaba para coger el sueño pero nunca conseguía hacerlo pensando en él pues si pensaba en "mi" MORENO78 las mariposas que habían emanado de lo más profundo de mi estómago comenzaban a albergar mi corazón. Eso no me dejaba dormir.

MORENO78: Buff.

LAIKA CAN: ¿Te gusta?

MORENO78: No sabía que tenías en mente hacerte un tatuaje. ¿Qué significa? Algo tan cerca de tus pechos debe tener un significado muy importante.

LAIKA CAN: Significas tú.

MORENO78: ¡Anda! Te dije que no te enamorases. Para mí ya es demasiado tarde pero tú aún puedas dar marcha atrás.

LAIKA CAN: Hazme el amor.

Las palabras que me regalaba saltaban la pantalla de mi ordenador y se instalaban en mi cerebro para viajar a toda prisa hasta mi clítoris. Sabía dar en mi punto débil pues sólo con cerrar los ojos y pensar en cada cosa que me describía que haría conmigo provocaba un pálpito en lo más profundo de mi ser. El sexo interactivo se había convertido en algo tan excitante e imprescindible en mi vida que no podía pasar ni un día sin conectarme a él. Cada vez que leía aquello de "estoy bajando con la lengua por tu costado hasta tu monte de venus. Me encanta cuando te lo hago recién duchada. Aún puedo oler en tu sexo el gel de rosas que utilizas para enjabonarte". Me obligaba a engancharme de nuevo a la Red.

Gemir se convertía en algo más complicado de expresar con palabras por lo que cuando no conectábamos la cam los gritos ahogados quedaban relegados a la privacidad de las cuatro paredes de mi habitación.

MORENO78: ¿Te gusta cómo te lamo?

LAIKA CAN: Nunca antes nadie me había chupado así. Sigue por favor.

MORENO78: ¿Te estás tocando?

LAIKA CANA: ¡A qué vienen tantas preguntas! Sabes que sí, que cada vez que hablamos mis manos buscan mi vagina para que tu espíritu las posea.

Era mi particular posesión sexual pero aquella noche mí novio realizó un exorcismo con ellas. Entró en el cuarto sigilosamente. La imagen que encontró se le debió quedar clavada en la retina. Abierta de piernas y desnuda de cintura para abajo. Acababa de correrme y yacía exhausta ante la pantalla del ordenador. En la pantalla la silueta de un atractivo hombre. Quedó petrificado durante unos segundos y después me levantó de la silla para ocupar mi lugar.

Cuando leyó el chat mató, virtualmente hablando, a Moreno78. Desde aquel día no he sido capaz de mirarme al espejo. Aún no he conseguido explicar a mi pareja que sólo ha sido un rollo por Internet porque él sabe, tanto como yo sé, que aunque parezca una tontería, puedes llegar a enamorarte de una persona sin nombre, intangible, irreal. La misma de la que mi chico ha estado enamorado durante meses. Yo sólo hacía un papel con él. He perdido la fe en el amor pero aún tengo reservado en lo más profundo de mi disco duro, alguna de las conversaciones que convirtieron mi vida sexual en una de las más excitantes que jamás había experimentado en la vida.

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