Las Kellys: "Cobramos 2,30 euros por cada habitación limpia y este trabajo a destajo nos quita la salud"

Ángela Muñoz, vicepresidenta de Las Kellys, y Pilar Cazorla, de Las Kellys en Asturias ya en Moncloa.
Ángela Muñoz, vicepresidenta de Las Kellys, y Pilar Cazorla, de Las Kellys en Asturias ya en Moncloa.
ELENA BUENAVISTA
Ángela Muñoz, vicepresidenta de Las Kellys, y Pilar Cazorla, de Las Kellys en Asturias ya en Moncloa.

En el tiempo que les había concedido este jueves Mariano Rajoy —60 minutos— una Kelly (acrónimo de "La que limpia") tendría que adecentar cinco habitaciones de un hotel. Eso supone hacer diez camas, fregar cinco baños, reponer cinco minibares y barrer cinco terrazas. Lo hará probablemente empujando un carrito que no rueda bien y con guantes comprados por ella misma, que no entran en el material de trabajo. Con suerte, y si consigue 400 habitaciones al mes, cobrará entre 800 y 900 euros, con las pagas prorrateadas. Le sale a 2,30 euros la habitación limpia.

Dos días antes del 8 de marzo, primera huelga feminista, Rajoy se comprometió en el Senado a recibir a Las Kellys, un colectivo de limpiadoras de hoteles (camareras de piso) surgido en 2015 de la unión de varias trabajadoras en la costa de Levante para denunciar la mayor precariedad a la que las abocaba la externalización de su servicio por la reforma laboral de 2012. El presidente aceptó la petición de reunirse con ellas formulada por una senadora canaria, María José López Santana, hija de una Kelly, quien está dando altavoz a sus denuncias: entre otras, cargas de trabajo insoportable, salarios bajísimos y nulo reconocimiento de las enfermedades laborales.

Todo ello en el sector motor de la economía española, el turismo.

A bordo de un coche fletado por Protocolo del Palacio de la Moncloa acudieron a su cita con Rajoy, este jueves a las 12, Miriam Barros, presidenta de Las Kellys; Ángela Muñoz, la vicepresidenta, y tres compañeras más, en representación de las 200.000 limpiadoras de hotel que hay en España.

"Lo que le vamos a contar le va a impactar al presidente", augura Ángela Muñoz un día antes de la cita. "Le diremos que tenemos que trabajar sin guantes, con altas laborales de cuatro horas pero con cargas que se extienden a ocho o diez horas, sin tiempo para comer por el retraso que acumulamos, con hasta 28 habitaciones por jornada; y si protestamos nos dicen que vale, que hay 14 dispuestas a coger el trabajo. Y le vamos a echar las cuentas: sale a 2,30 euros la habitación".

Estas limpiadoras organizadas explican que, antes de la crisis, el suyo "era un trabajo también duro pero que te permitía vivir". "Tenías hasta vacaciones y derechos laborales. Pero con la reforma laboral y la prevalencia de los convenios de empresas al sectorial, los sueldos han bajado un 40%", relatan.

Las Kellys han logrado tejer una red de apoyo de limpiadoras por toda España. Tienen delegación en Barcelona, Benidorm, Cádiz, Fuerteventura, Lanzarote, Madrid o Mallorca. Estas mujeres que integran uno de los primeros colectivos del precariado surgidos en el mercado laboral español, han llevado su lucha a multitud de plenos municipales, a gobiernos regionales, al Senado e incluso al Parlamento Europeo.

"La externalización nos está quitando la salud"

"No queremos que el encuentro se quede en una foto y un acto electoral más", dice Muñoz como quien cruza los dedos. A Rajoy le pedirán que medie para que su partido, el PP, permita la aprobación de la 'Ley Kelly', que ha bloqueado hasta ahora. "Nos ayudaría mucho si se implicara en la modificación del artículo 42.1 del Estatuto de los Trabajadores". Con ello, Las Kellys podrían conseguir que la limpieza de los hoteles, al ser una actividad estructural y principal del sector, en la que trabaja el 30% de la plantilla de un hotel —el 95% femenina, no pueda ser externalizada.

"La externalización nos está quitando la salud", dice la vicepresidenta del colectivo.

También aprovecharán para exigir que se haga cumplir la ley vigente de salud y seguridad laboral para erradicar la sobrecarga en sus tareas y que se consideren ciáticas o hernias como enfermedades de su trabajo. Dicen que los empresarios, ahora, calculan las ratios de sus jornadas con fórmulas económicas y no tienen en cuenta la salud de las camareras de piso. A continuación, le recordarán los despidos a trabajadoras que estaban de baja por accidentes laborales. Y le pedirán apoyo a su demanda de jubilación anticipada, que se considere el suyo "un trabajo con la categoría de penoso".

Mucha gente en su entorno pregunta estos días a las mujeres que acuden a hablar con Mariano Rajoy cómo afrontan la reunión con un presidente. Muñoz les contesta que le tratarán "con el mismo protocolo" que emplean "con todo el mundo, con claridad y con respeto". "A los clientes, a todos, les tratamos de usted. Al presidente lo mismo".

Dicen que acuden a la recepción "abiertas, pero con los pies en el suelo". Y con mucho respeto hacia las mujeres a las que representan. "Ayer recibimos un correo que nos daba los buenos días y las gracias. Y [su autora] nos decía, textualmente, que este jueves no iba a llenar el carro de toallas y sábanas, sino de esperanzas e ilusión. Con esa responsabilidad acudimos ante el presidente para intentar no salir con las manos vacías. El mensaje de esta compañera nos va a empujar a ser un poco más convincentes".

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