Maillo, de concejal en Zamora a segundo hombre fuerte del PP en dos décadas

Rajoy (izquierda), con Barreiro (centro) y Maíllo.
Rajoy (izquierda), con Barreiro (centro) y Maíllo.
EFE
Rajoy (izquierda), con Barreiro (centro) y Maíllo.

Desde que llegó a la cúpula nacional del PP, Fernando Martínez-Maillo se ha ido ganando la confianza de los cuadros del partido y ha bregado con más de una crisis interna. Ahora Mariano Rajoy le hace responsable del día a día eligiéndole coordinador.

Las riendas del PP seguirá llevándolas María Dolores de Cospedal como secretaria general, pero el nombramiento de Maillo le otorga, previsiblemente, la potestad de tomar las decisiones diarias y organizar el funcionamiento ordinario del partido.

Todo un ascenso tras una carrera política que comenzó en 1999, cuando Maillo fue elegido concejal de su Zamora natal, y que en su mayor parte ha desarrollado en esa provincia, como presidente de diputación, del PP provincial y como alcalde -que sigue siendo- del pequeño municipio de Casaseca de las Chanas.

Hasta este nombramiento, Maillo ha pasado las últimas semanas huyendo de las especulaciones y asegurando ante los medios de comunicación que él estaba muy bien donde estaba, recordando que solo llevaba "un año y medio en Madrid". Es decir, veinte meses en el Comité de Dirección como vicesecretario de Organización.

En los últimos tiempos, le ha tocado además estar junto a Luisa Fernanda Rudi en el equipo de organización del congreso, sin olvidar que coordinaba la ponencia más importante de este cónclave, la de estatutos.

Suya es, por ejemplo, la autoría del método que, en el futuro, regirá para designar al líder del PP, el modelo de segunda vuelta. El partido no quería primarias pero tampoco quedarse con el método tradicional y Maillo buscó esta fórmula que deja contenta a la mayoría 'popular'.

Pero la tarea más dura de Maillo no ha sido la del congreso -que siempre luce más- sino la de "apagafuegos", un término que él mismo no duda en usar.

Y es que con él como responsable de Organización, se han sucedido en el PP varias crisis territoriales.

Desde la crisis del PP de Madrid con las marchas de Esperanza Aguirre y -con sorpresa- de Ignacio González- hasta la salida del partido de Rita Barberá por el caso de blanqueo en Valencia, pasando por alguna que otra crisis que se resolverá en próximos congresos regionales, Maillo ha tenido que templar más de una gaita.

Pero además, se ha recorrido todas las organizaciones territoriales, ha hablado con unos y otros y ha estudiado al detalle cómo evolucionaba el voto al PP. Algo que le sirvió, y mucho, en el diseño de las campañas electorales.

Y es que a él se le atribuye el acierto en la campaña de las segundas elecciones generales, las celebradas en junio del año pasado, porque marcó como objetivo las provincias en las que los populares habían perdido escaños por los pelos seis meses atrás, por culpa de votos que habían recaído en Ciudadanos.

A esas circunscripciones mandó a hacer campaña a Mariano Rajoy, y el PP recuperó catorce escaños.

Tras las elecciones, Rajoy encargó a Maillo otra misión no menos importante, la de dirigir el equipo negociador con Ciudadanos para el pacto que ambos partidos lograron para la investidura del presidente.

Y tras todas estas misiones, el vicesecretario de Organización ha llegado a este congreso nacional con una ponencia bajo el brazo cuyo debate, este viernes por la tarde le trajo más de un sobresalto, sobre todo cuando se discutieron las enmiendas sobre la acumulación de cargos, una de ellas directamente contra María Dolores de Cospedal, que se rechazó por solo veinticinco votos.

Han sido así, en definitiva, veinte meses de intenso trabajo que Maillo ve recompensados con el reconocimiento de Rajoy a su labor llevando el día a día del partido.

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