Secuestrada en su propia casa por su marido, de 52 años, se le ocurrió una idea para pedir auxilio: colocar una nota en los deberes de su hijo. Entre libros y cuadernos, metió el papel con la esperanza de que alguien del colegio lo leyese. En la carta contaba que era víctima de malos tratos y que no podía ir a la policía, porque era vigilada constantemente por su marido.Su pareja, de origen uruguayo como ella, no le dejaba salir sola a la calle, ni utilizar redes sociales, ni el teléfono sin que él se lo autorizase. La humillaba y la vejaba, pero también la empujaba y le pegaba cuando le apetecía, incluso una vez prendió fuego a su cama. Una profesora fue la que se topó con el mensaje y acto seguido denunció su caso a la policía.