Pollo asado casero: temperatura y trucos para un resultado perfecto

Estas son algunas de las claves para asar el pollo en el horno y conseguir una piel crujiente, una carne jugosa y un sabor inmejorable, sin necesidad de brasas ni asadores profesionales.
Pollo asado
Con estos tres métodos encontrarás la temperatura perfecta para un pollo asado casero ideal
Pollo asado

Asar un pollo en casa con la misma calidad que en un asador profesional es posible. Aunque los hornos domésticos no alcanzan las mismas temperaturas ni tienen las mismas prestaciones que los asadores especializados de España, con algunos trucos y técnicas se puede lograr un pollo dorado, crujiente por fuera y jugoso por dentro, para deleitar a toda la familia.

Lo primero es conocer el horno y sus peculiaridades. Cada aparato es diferente, por lo que las temperaturas pueden variar ligeramente. La clave está en hacer pruebas hasta dar con el punto exacto. Como regla general, precalienta el horno a una temperatura entre 180 y 200 grados, con calor arriba y abajo. Si tu modelo tiene ventilador, actívalo para conseguir un asado más uniforme, pero ten en cuenta que acelerará el proceso.

Cómo hacer el pollo asado perfecto

Existen diversos métodos para asar el pollo jugando con las temperaturas del horno:

Método 1: golpe de calor inicial

Precalienta el horno a máxima temperatura (200-220 grados) y asa el pollo a esa temperatura durante 10-15 minutos con la bandeja a media altura. Luego, reduce a 175 grados y calcula 20 minutos por cada medio kilo de peso. Con este sellado inicial, retendrás los jugos de la carne para un resultado más tierno.

Método 2: temperatura constante

Mantén el horno a 180 grados de forma constante, calculando unos 20 minutos por cada medio kilo de pollo. Déjalo unos 15 minutos extra, comprobando el color de la carne con un corte en la pechuga. Si el jugo es claro, está listo. Si es rosado, necesita un poco más. La temperatura interior óptima ronda los 75 grados.

Método 3: baja temperatura prolongada

El chef Heston Blumenthal propone asar el pollo a baja temperatura, a unos 90 grados, durante unas 4 horas. Colócalo en la rejilla con una bandeja debajo para recoger los jugos. Comprueba que la temperatura interna de las pechugas alcanza los 60 grados. Déjalo reposar 45 minutos fuera del horno y vuelve a meterlo a máxima temperatura unos 10 minutos para dorar el exterior. Sea cual sea el método elegido, el resultado será un pollo asado de lujo, con una piel crujiente y una carne suculenta.

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