El gobierno de Rajoy mantuvo durante su mandato una dura austeridad fiscal, situando la reducción del déficit por encima del resto de prioridades económicas del país. El nuevo gobierno debe de abrir una nueva etapa, con una estrategia diferente. Comprometerse con la estabilidad presupuestaria no puede ser una excusa para fijar una senda de reducción del déficit que asfixie a nuestra economía.

Una vez alcanzado el objetivo del 3% que marca el Pacto de Estabilidad de la UE, carece de sentido seguir profundizando en una reducción que es dogmática y excesiva. Nuestro país tiene retos económicos y sociales más importantes, como por ejemplo reducir el desempleo, revertir los recortes del Estado de Bienestar, disminuir las desigualdades y favorecer el proceso de transición energética.

Por eso pensamos que el objetivo de estabilidad pactado por el gobierno de Pedro Sánchez con Bruselas es decepcionante. La Comisión Europea en sus propios informes contemplaba que el déficit de España para 2019 se desviaría hasta el 1.9%, y el gobierno vuelve a Madrid “habiendo arrancado” un 1.8%. Ir por lana y volver trasquilado. Si el Techo de Gasto que el gobierno lleva al Congreso continua con la estrategia del PP –reducir el peso del sector público y del Estado de Bienestar– se encontrará con nuestra oposición.

Si, por el contrario, el gobierno se compromete con un Techo de Gasto donde quepan medidas como, por ejemplo, los permisos de paternidad y maternidad iguales, el desarrollo de la educación de 0 a 3 años, un plan de vivienda social, o la actualización de las pensiones con el IPC, entonces nos encontrará a su lado. Cambiar de gobierno debe servir para impulsar cambios reales, no sólo cosméticos.