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Aunque no hace mucho que Garoé llegó a su nuevo hogar, la forma de perseguir a su dueña en cuanto esta se aleja unos metros es suficiente para comprender que ya sabe quién lleva las riendas del lugar. Este lobo herreño no pierde de vista a Anabel, y la verdad es que resulta casi imposible no hacerlo mientras ella se mueve rápidamente de un sitio a otro para gestionar lo que define como su “proyecto de vida”. Cabras, conejos, gallinas y otros animales conviven con las visitas casi diarias de niños y adultos, quienes también hay que atender. Parece un día frenético en La Jaira de Ana, pero así es la atípica rutina de esta canaria de 28 años. 

Anabel Calderín Castro, natural de Las Palmas, estudió Trabajo Social y hasta hace dos años se dedicaba a su profesión en exclusiva. Ahora, compagina su faceta de trabajadora social con La Jaira de Ana: una granja escuela centrada en el ocio educativo que pone en valor el sector primario y la identidad de su tierra. Situada en lo alto de una ladera, desde aquí se disfruta de unas vistas privilegiadas del casco histórico del municipio de Agüimes (Las Palmas), con el grandioso Barranco de Guayadeque de fondo como testigo. 

Su historia es la novena protagonista de #yopueblo, una iniciativa de Endesa que recorre la España vacía para encontrarse con aquellos que han sabido apreciar el entorno rural con una energía especial: la de hacer ver que los pueblos son también tierra de oportunidades. Endesa, nacida en el ámbito rural de León en 1944, ha estado y va a seguir estando muy ligada a las comunidades locales, pilares de la historia de éxito de la compañía desde hace ocho décadas. 

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“De pequeña me crie en este entorno, para mí era como un mundo con el que había conectado en mi infancia, pero que había dejado de lado”

La aventura de La Jaira de Ana discurre en paralelo a la de la familia de Anabel. Cuando era más niña, su hermano pequeño comenzó a tener intolerancia a la proteína de vaca y, su padre, que “siempre ha sido de familia de pastores”, apostó por darle leche caprina en sustitución. Mejoró y, a partir de entonces, comenzaron a tener más cabras para su producción casera. “Mi madre tiene muchas dotes de innovación y estudió Administración de Empresas”, cuenta orgullosa la canaria, “y mi padre siempre ha sido autónomo”, así que juntos decidieron hacer de la necesidad una oportunidad y crear un proyecto empresarial de “una ganadería que permitiera venir al turista a beberse la leche que ellos mismos producían”.  

Tras más de 10 años de burocracia, a sus padres ya no les quedaban fuerzas para sacar su ganadería adelante. “Entonces ahí entro en juego yo”, dice con emoción Anabel, quien recuerda que por entonces se encontraba en un momento de reflexión “sobre lo que podía aportar al sistema con mi visión como trabajadora social. Empiezo a pensar cómo puedo ayudarles”. Gracias a ese trabajo de introspección, la trabajadora social terminó volviendo a sus raíces, a su tierra, a Agüimes y al sector primario, ese que siempre había sido protagonista de su vida. “De pequeña me crie en este entorno, para mí era como un mundo con el que de alguna manera había conectado en mi infancia, pero que a lo largo del camino lo había dejado de lado”, sonríe mientras Garoé se tumba entre sus pies. 

A partir de entonces, decide hacerse con las riendas del negocio familiar. “Comencé a hacer cursos de emprendimiento” para buscar esa visión empresarial, explica, porque “tenía claro que quería gestionar un proyecto desde una parte profesional” que, además, fuera “en coherencia” con su formación y los valores que parten de su profesión. Y así nació La Jaira de Ana, “un espacio situado en un espacio rural, agroganadero, que pretende llegar a la población, tanto residente como no residente, para concienciar y visibilizar los productos locales y de dónde provienen”. 

Para Anabel, lo más importante es inculcar esa misma reconexión que ella tuvo con sus raíces y que siempre ha estado presente en su vida, a todo visitante de su granja escuela. “Que le den valor al ámbito ganadero, al ámbito de la ganadería, que sean conscientes de que los productos salen de un animal, de una tierra, y que, además, apoyemos el sector local, el sector de kilómetro cero y consumamos esos productos porque, al final, eso es sostenibilidad”, dice con pasión mientras de fondo se escucha a las cabras reclamar su atención. 

La gerente de La Jaira de Ana cambia el gesto cuando rememora los comienzos, hace ya tres años: “Fueron bastante duros”. Con el tiempo, todo comenzó a encaminarse y por fin pudieron abrir sus puertas el 3 de marzo de 2020; recibieron a cuatro colegios, hasta que el estado de alarma impuesto por la crisis sanitaria les obligó a cerrar y a empezar de nuevo. Pero a Anabel ya no había nada que pudiera frenarla y, haciendo gala de la determinación con la que brillan sus ojos, decidió darle la vuelta a la situación. “La pandemia nos permitió reinventarnos, en ese periodo de confinamiento yo no dije: ‘Ay, la vida es injusta para nosotros, que llevábamos muchos intentando preparar el proyecto…’. Al revés, dije: ‘Vamos a hacer vídeos”, contactó con compañeros del mundo ganadero y del ámbito del trabajo social y siguió dando a conocer La Jaira de Ana, incluso en una pandemia mundial. 

Su mayor recompensa es ser un ejemplo de mujer emprendedora y rural, lo que más le llena de orgullo, según ella misma cuenta, es que con su figura “la gente tome conciencia de que las personas jóvenes pueden tener sus propios proyectos y que existen todavía personas que quieren generar cosas nuevas en entornos rurales y que quieren salvar, por así decirlo, al ecosistema, porque al final tenemos que salvar a nuestro sector primario”. 

“Me imaginaba mi vida como trabajadora social en una institución penitenciaria o en una institución pública, pero no aquí”
Paraguas en Torrox

No rendirse le ha dado sus frutos a Anabel, que vigila incansable por el rabillo del ojo que todo esté en perfecto orden y controlado mientras cuenta su historia. Las cabras siguen llamándola, los niños corretean por la granja y una no deja de preguntarse cómo una docente universitaria ha decidido apostar por este estilo de vida. “Me imaginaba mi vida como trabajadora social en una institución penitenciaria o en una institución pública, pero no aquí”, admite, pero acto seguido confiesa que “el descubrimiento ha sido lo mejor que me ha pasado, y estoy agradecida por ello”. 

La suya es una historia de arriesgar y tirarse al vacío, actitud que, como no podía ser de otra manera, ha quedado reflejada en el nombre de su proyecto. “Me considero una persona muy inquieta, me gusta mucho innovar… hay una expresión aquí en Gran Canaria que es ‘estás como una jaira’, que quiere decir que estás como una cabra. Así que le pusimos La Jaira de Ana”, cuenta entre risas. Loca o no, Anabel ha encontrado lo que estaba buscando en su tierra: “La Jaira de Ana es… es el sentido de mi vida, el camino de mi vida. El camino en el que todo lo que se hace, se hace con amor, con un sentido y con un objetivo”, y un sendero en el que Garoé pretende seguirla allá donde vaya. 

Anabel, la trabajadora social que reivindica su Canarias rural desde una granja escuela

Anabel Calderín Castro es trabajadora social y la gerente de la Jaira de Ana, un proyecto familiar del que decidió coger las riendas. Desde su granja escuelaapuesta por un ocio educativo mientras pone en valor el sector primario y la identidad de su tierra, Agüimes, un municipio de Las Palmas de Gran Canaria.

#yopueblo es una serie documental de Endesa que recorre los caminos de la España rural y sus comunidades, con las que la compañía ha estado comprometida desde 1944 y seguirá estando en el futuro. Nos encontraremos con iniciativas, protagonistas y gentes que apuestan por estos entornos con una energía especial.

BlueMedia Studio para Endesa – Idea creativa: Fedra Valderrey | Diseño web: Pablo Calahorra Subías | Entrevistas y contenidos: María Toro | Audiovisual e imagen: Pablo Ballesteros