Paolo Gasparini

Campo
de imágenes

El fotógrafo Paolo Gasparini retrata las contradicciones culturales inherentes al continente sudamericano mediante sus instantáneas, desde la perspectiva de un italiano que vive hace décadas en Venezuela. Su obra, que se caracteriza por poseer un lenguaje visual propio y revela una aguda crítica a la sociedad de consumo, estará expuesta en el centro de fotografía KBr de Fundación MAPFRE en Barcelona, hasta el 16 de enero de 2022.

Creo que las fotos pueden ayudarnos en la difícil tarea de ‘saber ver’, de pensar y resistir a este mundo 

Italiano de nacimiento pero venezolano de adopción,  Paolo Gasparini ha tratado de suprimir las visiones etnocéntricas y los estereotipos que históricamente han definido a Sudamérica, que derivaron ineludiblemente en nacionalismos y populismos y que marcaron el devenir de los distintos territorios del continente. Este artista es más que un migrante del viejo continente a Latinoamérica: sus obras permiten comprender las diferencias que entraña vivir en Europa y en América Latina, así como la riqueza cultural y la diversidad que tiñe al continente, desde el sur de los Andes hasta México.  

Las musas de Gasparini habitan en su irremediable compromiso político, fruto de las revueltas de los años sesenta en Cuba y de los totalitarismos que amenazaban a diversos territorios latinoamericanos. El fotógrafo sintió el irrefrenable impulso de reflejar y denunciar estos sucesos, lo que le llevó a posicionarse claramente en el discurso de los intelectuales de izquierdas, que abogaban por un arte comprometido y con carácter social.   

Nacido en Italia en 1934, emigró a Caracas con solo veinte años siguiendo el éxodo voluntario que otros familiares habían realizado previamente, con el fin de evadir el servicio militar. Pese a su corta edad, por entonces dedicó todos sus esfuerzos a fotografiar construcciones arquitectónicas y a capturar imágenes de los arrabales de la capital venezolana. Con prontitud, empezó a abrirse camino colaborando para proyectos de la Unesco, a la vez que desarrollaba sus obras más personales entre Cuba y Venezuela.  

Compañero Lenin (1963). 40x60cm. Colecciones Fundación MAPFRE. © Paolo Gasparini

Tras los pasos
de su hermano

La figura de su hermano Graziano fue fundamental en el devenir de su vida personal y artística. Cuando el fotógrafo contaba con tan solo diecisiete años, este le regaló su primera cámara, lo que supuso el primer impulso para un artista que ya no dejaría de crear. Además, Graziano había emprendido el viaje de Italia a Venezuela años antes, asentándose en Caracas y consiguiendo ser considerado como un reputado arquitecto antes de que el propio Paolo cruzara el charco y siguiera sus pasos.

Una vez que el artista se estabilizó en Venezuela, empezó a ser tan reconocido como su hermano: publicó Para verte mejor, América Latina (1972) en México, considerado hoy uno de los fotolibros más emblemáticos de la historia. Siete años después, se convirtió en el primer artista de su continente que participaba en Les Recontres Internationales de la Photographie de Arlés. En 1984, con otra exposición en el histórico emplazamiento que retrataron los más reputados pintores impresionistas, recibió la medalla de plata de Les Recontres.

Galardonado en 1993 con el Premio Nacional de Fotografía de Venezuela y representando dos años después a su país en la Bienal de Venecia, su labor artística quedó notablemente valorada y consolidada. En las últimas dos décadas, ha viajado con frecuencia por Europa y América Latina y ha realizado numerosas exposiciones de sus fotografías y libros -unos veinte publicados hasta la fecha.

La obra de este activista está presente en colecciones de renombre como The Museum of Modern Art (MoMA), Nueva York; Philadelphia Museum of Art, Filadelfia; International Center of Photography (ICP), Nueva York; The Metropolitan Museum of Art, Nueva York; The New York Public Library, Nueva York; George Eastman House, Rochester, Nueva York; Hermès International, París; Bibliothèque Nationale de France, París; Fondation Cartier pour l’art contemporain, París; Fondation A Stichting, Bruselas, y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, entre otras muchas.

Justicia social

26 de julio (1961). 51x40cm. Colecciones Fundación MAPFRE. © Paolo Gasparini

La obra de Paolo Gasparini ha conseguido retratar los recovecos del contexto político-social de Latinoamérica, siendo un referente a la hora de plasmar la autenticidad cultural de las zonas que ha pisado. Con un claro cariz de denuncia social, sus obras pueden disfrutarse en la exposición temporal de Fundación MAPFRE Barcelona.

El recorrido expositivo está compuesto por dieciséis secciones que recogen algunos de los proyectos más relevantes de toda la obra del artista, en más de sesenta años de trabajo. Asimismo, la exposición pone el foco en sus fotolibros, que el propio Gasparini reconoce como un medio equiparable, en términos de expresión de sus ideas, a sus fotografías. No en vano, son considerados un mecanismo narrativo crucial para definir la historia de la fotografía en el continente latinoamericano.

Esta muestra, que está formada por más de 300 obras de las Colecciones Fundación MAPFRE, refleja la aproximación del autor a la cultura visual desde el desplazamiento: conforme se avanza en las salas, el público se adentra en el deambular del fotógrafo por las calles de los pueblos oprimidos que capturó, con una mezcla de estímulos que abarca desde la tragedia de la urbe hasta el caos.

La publicación Para verte mejor, América Latina es la obra clave, que vehicula y da pie a toda la exposición. Este proyecto indaga en el paisaje urbano, cultural y social de América Latina y en la división entre el socialismo y el capitalismo que afecta a las regiones sudamericanas. El espectador se expone a estímulos visuales contradictorios, coexistiendo imágenes de multinacionales como Pepsi o Marlboro junto a proclamas al Niño Jesús o al Che Guevara, intercalándose homenajes políticos y publicitarios en América del Sur.

Una relectura
de Caracas

Pese a su fuerte compromiso político en los albores de su carrera, con el paso de los años la búsqueda de la belleza y la manifiesta intención de deleitar al espectador ganaron importancia en su obra. Su lucha se transformó y adoptó una postura menos radical, que buscaba la justicia de su pueblo pero denunciaba cualquier tipo de extremismo.

En la obra de Paolo Gasparini puede observarse una ruptura de la temporalidad en sus series, alterando de forma consciente la coherencia interna al combinar imágenes recientes con algunas antiguas.

El ítalo-venezolano acuña el concepto ‘il senno di poi’ para explicar esta técnica: “Asocié imágenes vinculándolas con temas, lugares y fechas diferentes, tratando de organizar un nuevo discurso que, a través de la arquitectura y de algunos aspectos de la vida cotidiana de la ciudad, connotara una relectura de Caracas en su pasado y devenir, representando contradicciones sociales, políticas y culturales”.

Asocié imágenes vinculándolas con temas, lugares y fechas diferentes, que connotara una relectura de Caracas en su pasado y devenir

 

Ambivalencia
de la identidad

Miliciano (1961). 51x40cm. Colecciones Fundación MAPFRE. © Paolo Gasparini

“Las fotografías de Gasparini reflexionan sobre los efectos de décadas de migraciones políticas en los siglos XX y XXI: de europeos a América, como causa de la Segunda Guerra Mundial, de cubanos a España y Estados Unidos, de ecuatorianos a España y, más recientemente, del éxodo masivo de venezolanos a Colombia. Generaciones y generaciones marcadas por exilios voluntarios y forzados no pueden sino hacernos pensar sobre la ambivalencia de la identidad”, explica la comisaria de la muestra, María Wills.

El lugar de nacimiento de Paolo Gasparini, San Daniele del Friuli, se considera una de las cunas del arte del siglo XV. Ubicada entre Udine y Gorizia, fue la localización de su obra Il Corpo, donde nos presenta la imagen de un cartel publicitario en el que aparece un chico con el torso desnudo y vaqueros.  El modelo posa de tal forma que evoca en el espectador un cierto aroma a la representación de las Venus renacentistas, estableciendo un juego irónico sobre lo lejos que pueden llegar el progreso y la globalización con el simbolismo que ofrecen los pantalones.

Esta lúcida percepción conecta con sus experiencias vitales. A principios de los años 60, el escritor Alejo Carpentier y el arquitecto Ricardo Porro invitaron al artista a Cuba. Fruto de este encuentro y de la emoción de la primera Revolución cubana, surgió una de sus obras más destacadas, Miliciano.

Esta imagen retrata a un guerrillero en esos primeros compases de entusiasmo y ansias de libertad de los cubanos durante la revolución. Un sentimiento que, conforme pasó el tiempo, se acabó transformando en desencanto y en la pérdida de fe de un pueblo falto de iniciativas y de esperanzas por conquistar un futuro mejor.

La primera sección de la muestra es Andata e ritorno que, además, es también el título del fotolibro de Gasparini editado en Caracas por La Cueva Casa Editorial en 2019. Esta obra alude, de forma metafórica, al modo de trabajar del italo-venezolano, que revisa sus series en el tiempo, establece diálogos realizando saltos temporales para entender la realidad de América Latina y denuncia cómo afecta la sociedad de consumo.

De esta forma, Gasparini yuxtapone dos realidades, la de Gorizia y el de Caracas, para enfrentar al primer y al tercer mundo mediante imágenes. Andata e ritorno contiene setenta fotografías impresas a sangre que, a su vez, conectan a ambos mundos y matizan, con sutileza y precisión, todo lo que los separa.

Una utopía detrás
de la lente

En el último lustro de los años cincuenta, Gasparini emprendió un viaje por Venezuela, primero con su hermano Graziano y posteriormente con su esposa Franca Donda, con quien cruzó hasta la frontera con Colombia, atravesó las serranías de los Andes y recorrió las tierras del estado Lara, en Caracas. Allí documentó la comunidad indígena wayú y el modo de vida de los campesinos y, en 1959, publicó Bobare, dedicado al “el pueblo más pobre, más abandonado y más miserable del estado Lara” según el propio autor.

Este fotolibro toma como referencia a Paul Strand, uno de sus maestros indiscutibles, a quien conoció en Francia en 1956. Por ello, Bobare tiene una estructura muy similar a Un paese, una obra de Strand publicada en 1955. En Venezuela, Bobare inaugura la visibilización de la pobreza como tema característico del ensayo fotográfico. Después, en 1961, expuso Rostros de Venezuela: 50 fotografías de Paolo Gasparini en el Museo de Bellas Artes de Caracas.

La niña de la salina (1958). 18x14cm. Colecciones Fundación MAPFRE. © Paolo Gasparini

La Revolución cubana ha tomado un rumbo que no es el que habíamos pensado. Y eso nos crea una gran decepción, amargura y falta de credibilidad

Entre 1961 y 1965, el autor estuvo en La Habana en plena Revolución cubana. Junto a Carpentier y Porro recorrió la ciudad y realizó fotografías de la arquitectura colonial y el estilo barroco habanero, de donde surgió la serie La Habana, la ciudad de las columnas, con imágenes capturadas entre 1961 y 1963. Es en ese periodo cuando comienza a fotografiar concentraciones populares, el carnaval, escenas callejeras y empieza a mostrar interés por el proyecto de escuela de artes plásticas de la ciudad.

En este tramo temporal, Gasparini se contagió del entusiasmo revolucionario y colaboró con el suplemento literario Lunes de Revolución. Además, trabajó con cineastas de la talla de ‘la mujer de la Nouvelle Vague’, Agnès Varda, de la que aprendió recursos expresivos y técnicos, como el uso de barridos de imagen y fundidos o la inclusión de cuadros con texto en el relato.

El autor regresaría con posterioridad a Cuba, ya desencantado del espíritu revolucionario: “La Revolución cubana, en cierto momento significó la utopía, la alternativa, la posibilidad de creación del hombre nuevo y se fotografió en ese sentido. Hoy ha tomado un rumbo que no es el que habíamos pensado. Y eso nos crea una gran decepción, amargura y falta de credibilidad”.

Obra cinética de Jesús Rafael Soto «Progresión a centro móvil» (1969). 40x60cm. Colecciones Fundación MAPFRE. © Paolo Gasparini

Respeto a lo fotografiado

El trabajo de Gasparini profesa respeto, tal y como se muestra en la serie Acá, este cielo que vemos, donde el artista dota a los mineros y campesinos retratados de gran dignidad. De igual modo trata a las madres con sombreros encintados, que amarran a sus hijos con mantas artesanales, tras intensas y prolongadas jornadas de trabajo en Perú.

Gasparini participó en los Coloquios de Fotografía realizados en México en el 1978 y, posteriormente, en Cuba. Estos encuentros fueron el foro de discusión más relevante de la época, donde se celebraron charlas que cuestionaban el papel que el fotógrafo debía asumir en relación al contexto en el que trabajaba.

La Unesco le contrató en 1970 para capturar edificaciones precolombinas, coloniales y contemporáneas del continente, para publicarlas junto a las investigaciones del crítico de arte Damián Bayón. “Me empeño en fotografiar la vida de los marginados, de los que nada poseen, y las grandes diferencias que conviven al lado y alrededor de esas grandes edificaciones, señala Paolo Gasparini.

Una de las series más reconocidas es la basada en la Plaza Venezuela de Caracas, coronada por la Torre Capriles, de 60.000 metros cuadrados, que cuenta con una fachada diseñada por el artista Jesús Rafael Soto. Este elemento transformador del espacio público en arte se convierte en una metáfora de la caída de la utopía del progreso.

El poso mexicano
en Gasparini

Además de sus intercalados viajes a Cuba, Venezuela y Europa, Gasparini considera a México como su tercera residencia. Tras ser galardonado en 1993 con el Premio Nacional de Fotografía en Venezuela, fue invitado como investigador por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa en el programa ‘Cultura Urbana de la Ciudad de México’.

Sus recorridos por las calles mexicanas y su fijación en sus habitantes desembocaron en Letanías del polvo, en 2009, un CD que acompaña al fotolibro El suplicante, publicado un año después. Junto a los textos de Juan Villoro y a algunos de su propia cosecha, esta obra relata una historia que se inicia con la revolución zapatista y se prolonga al líder del grupo armado indigenista, el subcomandante Marcos.

El modo de vida itinerante es santo y seña de este fotógrafo, que recorrió los rincones de América Latina en busca de visibilizar a los que más lo necesitan. Con el foco puesto en la crítica social y con la determinación de alcanzar la justicia, El ángel de la historia (1962-2017), un mural de doce metros compuesto por 63 fotografías tomadas en diferentes países, es un buen resumen de la actitud artística y vital de Paolo Gasparini.

El título, que hace una referencia concreta al filósofo Walter Benjamin y su idea sobre la historia, echa una mirada atrás a las ruinas del pasado para, desde un prisma nihilista, denunciar la carencia de progreso y la inexistencia de futuro.

Datos prácticos

Comisariado por María Wills Londoño 

Producción: Fundación MAPFRE 

Cuando: Hasta el 16 de enero de 2022 

 Dónde: Centro de fotografía Fundación MAPFRE (Avenida del Litoral, nº 30.
08005 Barcelona)
 

 Entradas: 4 euros. 
Entradas reducidas: 3 euros 

Más información en:  https://kbr.fundacionmapfre.org/

BlueMedia Studio para Fundación MAPFRETexto: Manu Carrero | Diseño web: Pablo Calahorra Subías – Mª del Sol García