La carrera espacial: la gran 'batalla' propagandística de la Guerra Fría

Así era el Sputnik 1, el primer satélite artificial que envió el hombre fuera de la atmósfera.
Así era el Sputnik 1, el primer satélite artificial que envió el hombre fuera de la atmósfera.
NASA
Así era el Sputnik 1, el primer satélite artificial que envió el hombre fuera de la atmósfera.

Hace 40 años el Apollo 11 surcaba el vacío en dirección a la Luna. Sus tres ocupantes estaban a punto de lograr un hito histórico para la humanidad: iban a ser los primeros en poner su pie en tierra firme fuera de nuestro planeta. Sin embargo, en aquel momento el objetivo logrado era diferente: eran la representación de la victoria de EE UU sobre la URSS en la 'conquista' del satélite.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la tensión entre EE UU y la URSS era patente. Tras el violentísimo conflicto, el bloque capitalista y el comunista se enzarzaron en una contienda estratégica, conocida como Guerra Fría, en la que las dos potencias nunca se enfrentarían directamente y utilizarían a terceros en sus refriegas. Sin embargo, los contendientes encontraron en la conquista del espacio un campo en el que 'combatir' de manera directa y demostrar qué modelo social y político era superior: comenzaba la carrera espacial entre los adalides del capitalismo y el comunismo.

Paranoia y propaganda

El 4 de octubre de 1957 la Unión Soviética lanzaba al espacio el Sputnik 1, el primer satélite artificial de la historia. La noticia corrió como la pólvora por EE UU y por todo el mundo. El insistente 'bip-bip' que emitía el satélite hizo que la Bolsa de Wall Street bajara, que el New York Times afirmara que el país se encontraba en una "carrera por la supervivencia" y que el científico norteamericano George P. Rice llegara a escribir que, a menos que hubiera un cambio de actitud evidente, era "razonable esperar que no más tarde de 1975 los Estados Unidos sean parte de la URSS", segun cita Ricardo Artola en su libro La Carrera espacial.

Es razonable esperar que más tarde de 1975 los EE UU sean parte de la URSS

Por su parte, la URSS comprendía el poder propagandístico internacional de sus logros espaciales. Tanto es así que, desoyendo a los técnicos, el presidente soviético, Jruschev, adelantó el tercer Sputnik al 15 de mayo de 1958, poco antes de las elecciones legislativas italianas. Según parece, esperaba impresionar a los electores y así apoyar al partido comunista más importante de Europa occidental. El satélite fracasó en su misión pero el PC de Italia fue la segunda fuerza más votada.

Portada de prensa de la época que recoge el viaje de Gagarin por el espacio.El Sputnik fue el pistoletazo de salida para una loca carrera que ocuparía los doce años siguientes. Los soviéticos demostraron que eran los más espabilados de la clase: por poco o por mucho, lograban casi todos los hitos espaciales antes que sus rivales americanos. La URSS mandó al primer ser vivo al espacio (la perrita Laika), al primer hombre (Yuri Gagarin) y a la primera mujer (Valentina Tershkova), y realizó el primer paseo espacial.

Tan vital era esta competición que los dos países no repararon en utilizar para sus proyectos espaciales a dos genios de historiales poco 'limpios' para sus gobiernos: los americanos no habrían llegado a la Luna sin el trabajo de Wernher von Braun, el alemán que diseñó las V-2 que bombardearon Londres durante la Segunda Guerra Mundial y que 'acogieron' tras el conflicto, y los soviéticos deben gran parte de sus éxitos a Sergei Pavlovich Korolev, torturado por "subversión en el campo de la tecnología" en 1939 y preso en el Gulag hasta 1945.

Kennedy y el desafío de la década

El presidente John Fitzgerald Kennedy llegó a la Casa Blanca en un panorama muy turbulento. En abril de 1961, su primer año como presidente, la situación parecía sonreír a una URSS comandada por Nikita Jrushev, el líder que más apoyó la carrera espacial. Sólo en abril, la URSS había mandado al primer hombre al espacio, cinco días antes del ridículo de la invasión pro estadounidense de la Bahía de Cochinos en Cuba.

EE UU necesitaba un golpe de efecto y Kennedy hizo gala de su talante deportivo y se fijó en un programa ya iniciado, el Apollo: "Creo que este país debería comprometerse a alcanzar el objetivo, antes del final de esta década, de poner un hombre sobre la superficie de la Luna y hacerle regresar a la Tierra sano y salvo", aseguró el presidente norteamericano ante el Congreso. Kennedy lo volvería a repetir en la Universidad de Rice (Texas) en un célebre discurso en el que afirmó que "hemos elegido ir a la Luna antes de que acabe la década".

Para no dejar en evidencia al presidente Kennedy y su compromiso (que no cayó en el olvido tras su asesinato en 1963 ) EE UU destinó unos 5.000 millones de dólares anuales a su programa espacial durante aquella época. En 1967, se calcula que unas 400.000 personas trabajaban para algún aspecto del programa Apollo, ya fuera para la NASA o en empresas subcontratadas.

La tensión provocada por la fecha límite se sentía hasta en España, en la estación de seguimiento de la NASA en Fresnedillas (Madrid). El director de aquella estación durante la misión Apollo, Luis Ruiz de Gopegui relataba a 20minutos.es que la presión "se notaba muchísimo, había espías y no se llegaba a tiempo, por lo que los entrenamientos y las simulaciones aumentaban". Ni un revés tan importante como la muerte de los tres astronautas del Apollo 1 frenó el proyecto.

El fin de la carrera espacial

Sin embargo, ni el presupuesto ni el plazo era ilimitados por lo que de los veinte vuelos de prueba previstos, sólo se realizaron tres antes de enviar al espacio al Apolo 11. EE UU puso toda su maquinaria propagandística a trabajar y 600 millones de personas vieron por televisión el primer paso lunar de Armstrong. Como si de una épica producción hollywoodiense se tratara, EE UU ganaba por K.O. a la URSS en el último asalto.

Los americanos lograron colocar otras seis misiones en la Luna mientras la URSS, que sólo logró llevar sondas no tripuladas al satélite, intentaba ocultar su fracaso negando que hubieran intentado llevar cosmonautas a la Luna. Décadas después tuvieron que admitir que así fue.

A partir de ahí, lo único que se puede hacer en la Luna es ciencia, y la ciencia a ese precio no interesaba

"Se había ganado la carrera espacial y ya no despertaba interés", asegura Ruiz de Gopegui. "A partir de ahí, lo único que se puede hacer en la Luna es ciencia, y la ciencia a ese precio no interesaba". La NASA se embarcó en proyectos más económicos como el transbordador o la estación espacial internacional. El efecto, aumentado por la derrota, fue parecido en la URSS. Nadie quería seguir dilapidando aquellos inmensos presupuestos - se calcula que entre las dos potencias se gastaron 100.000 millones de dólares durante aquella década- en el espacio.

Uno de los dos hombres que llegaron a la Luna en 1969, Buzz Aldrin resumió perfectamente el espíritu de aquella carrera: "Si llegamos a la Luna no fue para estudiarla ni para recoger muestras de su suelo, sino para aventajar a los rusos en la carrera espacial. Todo lo demás quedó en segundo plano".

Cosmonautas y astronautas

Aunque era el mismo trabajo, soviéticos y estadounidenses llamaron de diferentes maneras a los hombres destinados a conquistar el espacio: los comosnautas, para los soviéticos, y los astronautas, para los estadounidenses. El que los dos se jugaran el prestigio de sus respectivas sociedades hizo que la selección de aquellos "elegidos para la gloria" fuera delicada.

Los soviéticos convirtieron a la paracaidista Valentina Tershkova en la primera mujer en llegar al espacio. Las capacidades de Tershkova para ser cosmonauta eran indudables (llegó a tener más horas de vuelo que todos los astronautas americanos juntos) al igual que su elección fue fruto de la propaganda: habría que esperar hasta 1982 para ver a otra mujer, también soviética, en el espacio.

Los estadounidenses, por su parte, elegían para sus viajes espaciales a la personificiación del americano modelo: valiente, religioso, patriota, esposo y padre perfecto y, por su puesto, hombre y blanco. Su existencia debía ser perfecta y así se transmitía al público. Evidentemente la realidad era distinta. Años después, la prensa sacó a la luz las aficiones por el alcohol y las mujeres (y no precisamente sus esposas) y cómo algunos matrimonios se mantuvieron juntos únicamente por el temor de que la NASA les dejara en tierra.

Si quieres saber más...

  • La carrera espacial: del Sputnik al Apollo 11, de Ricardo Artola (Alianza Editorial, Madrid 2009)
  • Web de la NASA.
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