Ya ha pasado un día desde el terremoto, pero unas pequeñas piedras se mueven y un bombero sale corriendo. Está preparado para lo peor. En otro punto de la localidad, unos cámaras de televisión hablan tranquilos hasta que se produce otra réplica. Señalan a los pocos edificios que quedan en pie. Aunque parezca imposible, van a sufrir más daños. De nuevo se mezclan los llantos y la confusión. A estas alturas la mayoría de los cuerpos que encuentran en las zonas más afectadas, son sin vida. Se los llevan con el mayor de los cuidados. Una cifra de muertos imparable. Hasta que de repente se escucha algo y sacan a una niña con vida, que hace que el trabajo de estas más de 5.000 personas esté valiendo la pena.