El llanto de un Casco Blanco en Siria

Fueron dos horas de angustiosas excavaciones, pero que al final dieron resultado, porque una pequeña que vino al mundo hace sólo30 días, ha vuelto a nacer. Rescatada bajo los escombros de su vivienda en Idlib, la cría es conducida a una ambulancia. Su llanto enseguida se confunde con el de su salvador. El voluntario, sosteniéndola en sus brazos, se rompe, y él, que a estas alturas creía haberlo visto todo, sólo atina a repetir que la niña apenas tiene un mes de vida. Sus lágrimas son también de alegría, porque él y sus compañeros le han salvado la vida. Pertenecen a los Cascos Blancos, una organización de voluntarios dedicada a rescatar a civiles, muchos de ellos niños, de entre los escombros que cada día provocan las bombas en Siria. Ya han salvado miles de vidas y por eso son firmes candidatos al Nobel de la Paz.