ISRA ÁLVAREZ. PERIODISTA
OPINIÓN

Nostalgias y soplamocos

Isra Álvarez, periodista de 20minutos.
Isra Álvarez, periodista de 20minutos.
JORGE PARÍS
Isra Álvarez, periodista de 20minutos.

Se fue Bud Spencer. Murió el maestro de los mamporros, el virtuoso de los sopapos a mano abierta, el páter de las hostias como panes de hogaza, el duque de las caricias rompecráneos, el dios de los bofetones épicos. Le tenía cariño. ¿Cómo no cogerle cariño a alguien capaz de acabar con una banda mafiosa con sólo sacar a pasear el muestrario de morcillas que tenía por mano? El bueno de Bud se ponía a repartir y los sonidos de los soplamocos eran como notas que hubiera hilado el mismísimo Mozart. Y aunque haya muerto nunca llegará a morir. Hay actores que aún tienen la marca de la mano de Bud en la cara, como si les hubieran hecho una pintura rupestre por la vía del tortazo bizarro.

Se atribuye al filósofo de Güemes la sentencia: "Se está muriendo mucha gente que no se había muerto antes". Y así es. Sobre todo para los de la generación de los 80 (que por más que se pongan, mola más que la de los 90), a la que pertenezco. Vivimos el nacimiento de la tecnología sin vernos perdidos como Travolta en un meme por el exceso de opciones. Por eso nos agarramos a nuestros mitos como un koala a un eucalipto. Y luego se van y te das cuenta de que esa gente también se muere. La primera vez que me pasó fue con Lola Flores. No es que fuera un mito para mí, no la llevaba tatuada en el pecho, pero siempre pensé que sería eterna. Y no lo era. Tiempo después me pasó lo mismo con Lina Morgan, Marujita Díaz, Alfredo Landa, El Fary... a ver, ¿qué leches pasa? Mitos patrios dignísimos. Y con esto no bromeo, que la escena del pozo y la patada de 300 se inspiró en una vez que un listo me dijo que el Fary no era un genio.

Y es que a tus mitos, a tus leyendas o simplemente a las figuras que te acompañaron durante tu infancia y tu juventud les coges cariño porque son parte de esa época feliz. Esto no aplica para aquellos niños desgraciados que llevaron el pelo cortado a tazón. Esos sufrieron. Mucho. Es como ese peluche de osito con el que dormías hasta que cumpliste los 25 años y tu madre acabó tirando a la basura por no tirarte a ti. Es como la primera vez que fuiste a la era del pueblo de noche con una amiguita y tocaste tu primera teja. De un tejado que estaban arreglando allí.

La gente que viste en la tele, las canciones que oíste, los deportistas a los que admiraste, cuando se van, se llevan parte de esa infancia y juventud tuya. Cabrones. Se asemeja a la primera vez que un niño te llama señor o señora y no le sueltas una palmadita de las de Bud porque su madre está mirando. Todo esto viene a que cuando empiezas a tener nostalgia por las cosas que hiciste de mozo te das cuenta de que quedan lejos. No añoras lo que hiciste ayer (bueno, quizá una mariscada sí se añora al día siguiente), añoras lo que hiciste hace tiempo. Les dejo ya. ¿Se han puesto tiernos? Yo no. Siempre hay más cosas a las que cogerles cariño. Y la madre del niño que te llamó señor lo mismo se da la vuelta...

Mostrar comentarios

Códigos Descuento