Muchos de los regalos que traerán mañana sus Majestades de Oriente acabarán en la basura a los pocos días. En el caso de las mascotas, en plena calle, deambulando tras ser abandonadas por sus propietarios. Así se desprende de las estadísticas del centro de Control Animal del Ayuntamiento, que recogió el año pasado un total de 5.363 mascotas, la mayoría de ellas durante los meses de febrero y marzo, es decir, cuando los animales dejan de hacer gracia a sus dueños y se hartan de ellos. El 96% eran perros.

El concejal de Medio Ambiente, Francisco Cobos, afirma que el primer trimestre de 2007 y el periodo estival «son las fechas en las que se producen más abandonos de mascotas». De todos los animales que ingresaron en las instalaciones municipales, Cobos explica que 1.992 llegaron cedidos por sus propietarios, 2.431 fueron recogidos por laceros (personal de Sadeco encargado de recoger de las calles a los animales abandonados) y otros 940 ingresaron procedentes de otros ayuntamientos de la provincia, con los que se tienen firmados convenios para retirar de las calles a las mascotas.

Lugares de abandono

En la ciudad, las zonas con mayor incidencia en la recogida de mascotas ha sido Poniente, con el 12%, el Distrito Sur (11%) y Levante (10%). Por su parte, el 32% de los animales de compañía que llegaron a la perrera municipal procedían de las barriadas periféricas. Por otro lado, un 16% de las mascotas acogidas en estas instalaciones se recogieron de las urbanizaciones del extrarradio, fundamentalmente de las ubicadas en el entorno de Villarrubia.

El 32% encontró un nuevo hogar

Una de cada tres mascotas ingresadas el año pasado en la perrera municipal logró encontrar una nueva familia. El 32,5% de los animales ingresados, tras ser cedidos por sus dueños o abandonados en la calle, salieron de estas instalaciones al ser adoptados. Es decir, 1.462 mascotas encontraron un nuevo hogar. Por otro lado, hubo 197 casos en los que los propietarios se llevaron una grata alegría al encontrar en estas instalaciones a sus animales, a los que habían perdido y que finalmente pudieron recuperar. La mayoría fueron identificados por el microchip. El resto de los animales, tras pasar el periodo estipulado sin que aparezca su legítimo dueño o sea adoptado, fueron sacrificados e incinerados posteriormente.