La ordenanza de civismo no gusta a los socios de Clos ni a los vecinos

Los grupos de CiU y PP dicen que ya era hora, mientras que ERC e ICV anuncian que presentarán alegaciones. Consideran que no se diferencia suficientemente el incivismo de los problemas sociales.
La nueva ordenanza contra el incivismo en Barcelona gusta más a los partidos de la oposición (CiU y PP), que a los socios del Govern (ERC e ICV) y a los vecinos.

Tras conocer el anteproyecto, tanto CiU como el PP se apresuraron a destacar que gran parte de los puntos son cuestiones que ellos ya habían reclamado y le han pedido al alcalde que ahora los aplique sin complejos.

Derechos sociales

Por contra, los socios de Clos, Jordi Portabella (ERC) e Imma Mayol (ICV), anunciaron que presentarán alegaciones porque no ven muy clara la diferenciación que hace el texto entre los actos incívicos y los que provoca la pobreza o la marginalidad, como el caso de la mendicidad y la prostitución. Aun así, los dos socios del Govern sí que se mostraron partidarios de perseguir la mendicidad organizada por mafias.

Xavier Trias (CiU) también anunció que presentará algunas alegaciones, aunque se mostró más satisfecho con la norma que ERC e ICV. Fernández Díaz (PP) aún fue más allá: «no queremos que el lastre de Mayol y Portabella puedan deteriorar los objetivos de esta ordenanza de convivencia».

La consellera de Interior, Montserrat Tura, le recordó al alcalde, Joan Clos, que debe poner recursos para hacer cumplir la ordenanza y que no espere que sean los Mossos los que lo hagan todo.

«Sin medidas sociales»

La Federació d’Associacions de Veïns de Barcelona (Favb) emitió ayer un documento, valorando negativamente que se pongan en un mismo cajón «todas las problemáticas sociales sin distinguir entre las causas de las mismas». El texto también lamenta que haya «medidas sancionadoras, pero no sociales como reclama la Favb» y alerta que si se aplica más mano dura con los top manta, estos se desplazarán hacia otros municipios de la demarcación. También critica el «alto nivel de arbitrariedad» y se pregunta quién decidirá qué prostituta hace una «ocupación abusiva del espacio» y cuál no.

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