No es oro todo lo que reluce

Cuento tradicional de Rusia.
Antes, para ser rico de la noche a la mañana, se buscaban tesoros en islas desiertas. Hoy, hay que acertar los números de la lotería.En Moscú vivía Fédor Budonov, un viejo rico que diariamente contaba sus monedas de oro. Mientras, su criado Boris tuvo que conformarse con escuchar el tintineo y obedecer a su señor.

Cierto día, Budonov oyó hablar de una isla donde había una inmensa montaña de oro, y como nunca tenía bastante, se embarcó con su criado hasta dicho lugar. Al ver la montaña, a Budonov le brillaron los ojos, de tal forma que... Entonces sacó una extraña botellita e hizo que Boris se la bebiera. A los pocos minutos, el muchacho cayó dormido. El viejo le metió en una piel de vaca y llamó a varios cuervos para que lo subieran hasta la cima del oro.

Cuando Boris despertó vio que no podía bajar de allí y no tuvo más remedio que obedecer a su avaricioso amo: cavó noche y día para arrancar las pepitas, que el viejo guardaba en cofres. No hubo descanso para Boris, hasta que una noche la montaña se convirtió en un volcán: de un rugido lanzó al joven por los aires, y después de varias piruetas cayó a salvo en la playa. Pero no corrió la misma suerte su amo, quien quedó petrificado por la lava, igual que su dorada montaña. Afortunadamente,  Boris huyó con el botín.

La riqueza puede esclavizar tanto como la pobreza. Así es que será mejor que busquemos alternativas que nos conduzcan a la libertad.

Próximo viernes: 55/El pez de las escamas de oro

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