Cine de animación para adultos: prohibida la entrada a menores

  • No todo el cine de dibujos es para niños. Algunas de las películas más interesantes de los últimos años carecen de actores de carne y hueso.
  • A veces, la animación sirve para mostrar lo que la realidad evita, como en Vals con Bashir, el primer documental de animación.
Una escena de 'Vals con Bashir'.
Una escena de 'Vals con Bashir'.
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Una escena de 'Vals con Bashir'.

Niños, a dormir: dibujos animados no es sinónimo de cine para menores. A veces, la animación sirve para mostrar lo que la realidad evita: cuerpos calcinados por catástrofes nucleares, vampiros tan crueles que no existen actores para encarnarlos y mujeres tan voluptuosas que sólo pueden salir del lápiz de un dibujante perverso.

Poco a poco, la animación adulta gana terreno. Acaba de estrenarse Vals con Bashir, el primer documental de animación. Hace un año y medio fascinó Persépolis, adaptación de la novela gráfica de Marjane Satrapi, y durante los últimos años llegaron las europeas Bienvenidos a Belleville y Azur y Asmar, o el díptico estadounidense, de Linklater, Waking Life y A Scanner Darkly.

Un comienzo difuso

Es difícil encontrar los orígenes de este género, aunque resulta ineludible hablar de Ralph Bakshi como uno de sus precursores. Bakshi rompió moldes en 1972 con Fritz, el Gato, salto a la pantalla del escandaloso cómic de Robert Crumb. Bakshi mezclaba sexo, drogas y rock'n roll en esta fantasía animal, sembrando el pavor en el plácido reino del ratón Mickey.

Pese a sus múltiples tentativas, Bakshi no terminó de triunfar. Su adaptación de El Señor de los Anillos fue un fracaso y tampoco American Pop o Tygra, hielo y fuego sedujeron a las masas. Tras el fiasco de Cool World, Bakshi se refugió en la televisión. En 1981 Heavy Metal, de Gerald Potterton, gustó a los aficionados a dicha música y al cómic underground más puro, representado por publicaciones como Zona 84, pero no al gran público.

Diferente suerte corrió Katsuhiro Otomo con Akira, que abrió Occidente al cine animado japonés adulto. Akira estaba a años luz de Heidi y Marco, pero también de Bakshi. Otomo sorprendería después con Memories (tres mediometrajes de ciencia ficción y distintos directores) y el guión de Metrópolis, adaptación del clásico de Fritz Lang.

Antes que de Otomo, se hablaba ya de Hayao Miyazaki y el estudio Ghibli. De la imaginación de Miyazaki han surgido obras como Porco Rosso, La princesa Mononoke o El viaje de Chihiro; además, creadas en el mismo estudio, están Mis vecinos los Yamada (costumbrismo a la japonesa) o La tumba de las luciérnagas.

La tumba de las luciérnagas, sobre dos niños que sufren los bombardeos de la II Guerra Mundial, mezcla belleza visual con durísimas reflexiones sobre la supervivencia del más fuerte. No menos impactante es Gen el descalzo, donde vemos la catástrofe de Hiroshima a través de los ojos de un niño. También sobre un ataque nuclear, aunque en este caso en Gran Bretaña, es la triste Cuando el viento sopla.

Perfect Blue, Millennium Actress, Los padrinos de Tokio y Paprika, dirigidas por Satoshi Kon, son cuatro obras maestras que saben combinar realismo y fantasía. La extrema violencia nipona encuentra su reducto en la apocalíptica El puño de la estrella del norte (que ejemplifica la afición japonesa por la adaptación de clásicos iconos de la cultura occidental, en este caso la feroz Mad Max), las inquietantes Ninja Scroll y Wicked City, esa especie de Blade Runner animado que es Ghost in the Shell, la monstruosa Urotsukidoji o Vampire Hunter D Bloodlust, que todo aficionado a las películas de vampiros debería haber visto.

5 preguntas a...Ari Folman

Director de la película Vals con bashir.

¿Por qué hizo la película?

Por llenar el agujero negro de mi cabeza.

¿Y por qué con animación?

Psicosis, alucinaciones y pesadillas eran más creíbles.

¿Dónde nace la estética?

De novelas gráficas como Maus, de Art Spielgelman, o Palestina, de Joe Sacco.

¿Y la ética?

La guerra carece de glamour. Lo saben novelistas como Vonnegut (Matadero 5) o Joseph Heller (Trampa 22).

¿Es un documental?

Eso parece. Pero, si la hiciese de nuevo, no lo diría muy alto.

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