Huido de la justicia desde 1963, Provenzano asumió el liderazgo de la Cosa Nostra en 1993. Heredó una organización agotada y desmoralizada, que había dinamitado con sus acciones criminales su propio acceso a la político y a la industria. Cientos de mafiosos acabaron en prisión y el resto estaba tan desilusionado que muchos acabaron colaborando con la Policía y contando todo lo que sabían.
Era necesaria una profunda reforma para salvar a la mafia y fue él, el llamado el 'fantasma de Corleone', quien la realizó. Para ello puso por escrito siete reglas básicas que hicieron de la Cosa Nostra un negocio más que rentable: invisibilidad, mediación, consenso, religiosidad, flexibilidad política, reinvención y modestia.
Invisibilidad
La primera de ellas, hacerse invisible. Es decir, evitar todo tipo de publicidad. “Nuestra intención era hacer invisible a la Cosa Nostra, dándonos tiempo para reorganizarnos”, explicó el lugarteniente de Provenzano, Nino Giuffrè, tras su arresto en 2002.
El antiguo sistema consistía en disparar primero y hacer las preguntas después, pero los nuevos tiempos exigían evaluar las posibles consecuencias de cualquier acción hostil. Era preciso plantearse cómo podía hacer más daño una persona, si viva o muerta, reveló Giuffrè.
Ser calmado, claro, correcto y constante, no ignorar todo lo que dicen los demás ni creerlos a pies juntillas. Intentar saber siempre cuál es la verdad antes de hablar, y recordar que, para hacer un juicio, nunca es suficiente una sola fuente de información.
Así, con estas directrices, Provenzano
Provenzano era claro: la mafia debe presentarse como un elemento positivo de sociedad. Para ello tuvo que aparecer como una figura caritativa, un hombre cuyo consejo y aprobación eran requerida tanto para asuntos personales como de negocios. Entendió que convencer a la gente de que le necesitaban era más eficaz que promover su negocio a través de la imposición y la violencia.
Dios como aliado
Otra baza del jefe de la Cosa Nostra era tener a Dios de su parte. Se mostraba como un hombre piadoso, como una especie de pastor en quien se podía confiar y cuyas cartas eran leídas a modo de homilía. Incluso incluían numerosos pasajes de la Biblia.
A parte de Dios, Provenzano contaba con una increíble "flexibilidad" política. No dudaba en cambiar su lealtad hacia unos u otros siempre que su negocios así lo requiriera. Buscó a los políticos que estaban preparados para ayudarlo y no dudaba en darles la espalda 24 horas después si era necesario.
Reinvención y modestia
En el caso de escándalo político o un fracaso del negocio, el jefe consideraba vital ser capaz de distanciarse del asunto. Incluso recomendaba adquirir una personalidad totalmente nueva, si fuera necesario.
Por último, Provenzano sa valió de la modestia, sobre todo de la falsa. Siempre empezaba sus cartas pidiendo perdón por sus faltas de ortografía e insinuaba que le gustaría encontrar a alguien que se ocupara de todo por encima de él. Desafortunadamente para él, cuando fue arrestado en abril de 2006, sus deseos se hicieron realidad.
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