El término: "enfermedades de transmisión sexual (ETS)" es equívoco, ya que la transmisión de alguna de ellas no se hace por vía exclusivamente sexual, por ejemplo el herpes, que se considera ETS, puede contagiarse por otras vías y, sin embargo, la hepatitis B, que no suele clasificarse como ETS, su principal camino de contagio es el sexo.

Las ETS pueden dividirse en dos grupos: las enfermedades venéreas clásicas causadas por bacterias, y las llamadas de segunda generación, muchas de las cuales son de origen vírico.

Durante muchos siglos no se distinguen las enfermedades de transmisión sexual de las demás. Como el sexo era un pecado horrendo, los castigos que esas conductas acarreaban debían ser mortales.

También por eso, en principio, se atribuían al sexo muchas enfermedades que no tenían su origen en este tipo de prácticas, como la tuberculosis, la lepra o el cáncer.

A raíz del descubrimiento de los agentes patógenos, las enfermedades se delimitaron de forma más científicas y fue el descubrimiento de los antibióticos el que acabó con las grandes plagas clásicas como la gonorrea y la sífilis, hasta el punto de que una ola de libertad sexual pareció extenderse por el mundo.

Desgraciadamente, las plagas del siglo XX (sida, herpes, hepatitis B y papiloma virus) han acabado con el optimismo inicial y el exceso en el uso de los antibióticos nos hace asistir a un rebrote de las enfermedades que creíamos dominadas.

Por ello, es importante conocer al enemigo para poder poner el remedio cuanto antes.

En general, las ETS son más difíciles de diagnosticar en mujeres que en hombres, pues los órganos sexuales femeninos están menos a la vista.

La mayoría de las veces comienzan sin síntomas y se descubren cuando ya llevan un tiempo activas, por eso es importante estar atento a las primeras señales.

También es importante saber que son mucho más frecuentes (10 a 1) entre los jóvenes que en cualquier otro grupo de edad. El 85% de los casos aparece entre los 15 y los 30 años y se extiende rápidamente si no se usa la protección adecuada, ya que no existen, de momento, vacunas para ninguna de ellas.

Y aunque los principales núcleos de transmisión están formados por elementos masculinos, son las mujeres y los recién nacidos los más vulnerables a sus consecuencias. Las enfermedades venéreas clásicas son:

-Gonorrea: es una enfermedad bacteriana por gonococo que suele producir una inflamación de las membranas mucosas del aparato genital interno; produce dolor al orinar y los hombres infectados pueden expulsar un líquido amarillo por la uretra.

-Sífilis: es una enfermedad causada por la espiroqueta pálida que tiene tres fases, una primera al poco de la infección, que consiste en un bulto o chancro duro en la ingle que desaparece al poco tiempo haciendo creer que la infección está superada.

A los pocos meses aparece una erupción en la piel y las mucosas y, si no se trata, después de un periodo de latencia que puede durar varios años, la bacteria se aloja en el cerebro produciendo una parálisis general progresiva.

Estas enfermedades se remedian fácil y rápidamente con antibióticos, que nunca han de tomarse sin consulta previa a un especialista, que suele ser el médico de cabecera o el dermatólogo.

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