VICENTE VALLÉS. PERIODISTA
OPINIÓN

Y ahora Rajoy a durar

Vicente Vallés
Vicente Vallés
JORGE PARÍS
Vicente Vallés

La historia no necesariamente se repite, pero a veces sí ofrece señales sobre lo que está por llegar. En las elecciones de 1996, Aznar consiguió una exigua victoria sobre el PSOE. Necesitaba pactar para gobernar. Después de mucha negociación consiguió su investidura. A partir de entonces, su propósito prioritario fue durar, mantenerse en el cargo lo más posible. Algún visionario llegó a poner por escrito que aquel hombre tan antipático no aguantaría ni seis meses en Moncloa. Pero Aznar agotó los cuatro años de legislatura, se presentó a las elecciones de 2000, las ganó por mayoría absoluta, y volvió a agotar su segunda legislatura, que fue la última (prometió no presentarse a una tercera).

Rajoy ya estaba en ese primer gobierno de Aznar. El actual líder del PP perdió dos elecciones (2004 y 2008); su partido quiso desprenderse de él; aguantó; ganó por mayoría absoluta en 2011; recortó y recortó y recortó; se sometió al rescate de la banca; animó a Bárcenas a mantenerse fuerte; vio entrar en prisión a compañeros de partido corruptos; alguno de sus ministros fue pillado en los papeles de Panamá… Pese a eso y más, Rajoy se mantuvo en el cargo cuatro años.

Surgieron dos partidos nuevos y, aunque sufrió un fuerte desgaste electoral, volvió a ser el líder más votado. Y, aunque esos dos partidos y el PSOE hubieran podido sacar a Rajoy de Moncloa, no se pusieron de acuerdo. Y Rajoy aguantó, y volvió a ganar con más votos el 26 de junio. Y, aunque otra vez los otros tres partidos hubieran podido gobernar, Rajoy siguió aguantando. Y aunque la sesión de investidura se celebra en medio de los juicios por la trama Gürtel y por las tarjetas Black, Rajoy será presidente del Gobierno por segunda vez el sábado 29 de octubre de 2016. Y ahora su objetivo es el mismo que se puso Aznar en 1996: durar; durar lo más posible. Porque quien resiste, gana.

Y para que no haya elecciones a corto plazo, Rajoy cuenta con la ayuda involuntaria, pero entusiasta y casi gratuita, de PSOE y Ciudadanos. Los socialistas necesitan tiempo para reconstruirse, porque ahora ni siquiera tienen un líder, aunque confían en que la irrefrenable tendencia natural de Podemos hacia la jarana callejera deje libre al PSOE el flanco de la política institucional. Y Ciudadanos ya perdió votos en junio y tiene pavor a ser engullido por el PP si hay elecciones al final de la próxima primavera, que es lo más pronto que legalmente se pueden convocar.

Y que nadie descarte que, llegados al término de la nueva legislatura, Rajoy se presente de nuevo con el propósito de ganar sus cuartas elecciones consecutivas, algo que sólo ha conseguido Felipe González. Los partidos de la oposición deberían reflexionar, porque quizá no todo lo estén haciendo bien.

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