Considera Donald Trump que los medios deshonestos (él lo pronuncia como un hashtag: #mediosdeshonestos) y sus periodistas son ‘los enemigos del pueblo’. El mensaje que subyace resulta familiar: yo represento al pueblo (o a la gente) y como tal no puedo ser escrutado sin que el escrutador reciba su merecido. En España se ha consagrado el método de presión 3.0: escraches tuiteros. Dices algo que no gusta a alguien, y cientos de cuentas de Twitter se movilizan en tu honor. Otros, más sibilinos, llaman directamente a los dueños de los medios para que apliquen el bozal a sus empleados.
El mundo de las penumbras no ha desaparecido en la era digital. El autoritarismo es una actitud transversal. No era necesario convertirlo en nota doliente de la APM. Pero sí es bueno que sea parte del debate público. Seguirán actuando así (no pueden evitarlo), pero quizá alguno tenga que asumir consecuencias políticas.
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