En los primeros días de enero del próximo año se hará público lo que ya es un clásico informativo: España volverá a ser el país del mundo con mayor índice de donación de órganos de personas fallecidas por 25º año consecutivo y además con cifras record. Nada menos que un cuarto de siglo liderando este ranking de solidaridad, algo sin parangón en cualquier otro campo de la medicina o de la vida española en general.

Aunque la reiteración del liderazgo no nos deje valorarlo en su justo término, es fundamental para todos aquellos que necesitan un trasplante para seguir viviendo. Los españoles hemos sido a lo largo de estos 25 años los ciudadanos del mundo que más posibilidades de acceso a un trasplante hemos tenido, dentro de un sistema público, universal y sin discriminaciones positivas ni negativas por su situación económica, geográfica, racial o de otra índole. España es el único país del mundo que el pasado año superó los 100 enfermos trasplantados por millón de habitantes, mientras que la media de la Unión Europea es de 62,4 o Alemania 45,5, y eso a pesar de que muchos países compensan en parte con donaciones en vivo las abismales diferencias en donación de personas fallecidas. Si hablamos solo de estas donaciones, España con más de 40 donantes por millón duplica la media europea o cuadriplica la tasa alemana. Solo un pequeño país: Croacia, un alumno aventajado de nuestro modelo ha alcanzado en 2015 cifras similares a las nuestras tras un rápido crecimiento en los últimos años mediante la aplicación exitosa del modelo organizativo español. Si hiciéramos un ranking por comunidades, las 17 españolas estarían entre los 20 primeros lugares del mundo, con 4 por encima de 50 donantes por millón (Rioja y Cantabria están por encima de 70) y 9 por encima de la media española de 40, lo que da una idea del predominio español en este tema. Más de 100.000 españoles han recibido ya un órgano y hasta medio millón si se suman los tejidos (córneas, huesos, piel, arterias…) o las células (médula ósea, células de cordón umbilical…)

Tres son las bases de estos espléndidos resultados. Primero la solidaridad de nuestros ciudadanos, donando sus órganos o los de sus familiares. Sin ello nada es posible y sin duda el español es generoso cuando las cosas se plantean seriamente y sobre todo existe una confianza en el sistema. En segundo lugar nuestro sistema nacional de salud, de alta calidad en toda España y que permite garantizar que todo aquel que necesite un trasplante tiene las máximas posibilidades de alcanzarlo.

La tercera pata de este trípode es un sistema organizativo, conocido internacionalmente como ‘modelo español’ que básicamente consiste en tener la persona adecuada en el lugar adecuado y en el momento adecuado, para que nada quede al azar y todo esté perfectamente organizado y protocolizado. Los coordinadores de trasplantes, mayoritariamente médicos de las UVIs, el lugar donde se producen las donaciones, ayudados por personal de enfermería, entrenados y coordinados desde la ONT, y apoyados en realidad por todo el hospital que colabora ejemplarmente en el proceso, son quienes han permitido pasar de los 14 donantes por millón en 1989 cuando se crea la ONT y un puesto de cola entre los países europeos, a los más de 40 actuales, tres veces más en donantes, y cuatro veces más en trasplantes. Este modelo, implantado comunidad por comunidad y mejorado año tras año es lo que nos ha llevado a un liderazgo mundial indiscutible durante un cuarto de siglo y sobre todo a un sistema de enorme solidez que va  a seguir estando en la cima muchos años más.

En suma, un motivo de orgullo colectivo porque todos: ciudadanos, profesionales sanitarios, administraciones, transportes y un largo etc… han colaborado y colaboran a que cada día 13 españoles alcancen una nueva vida, una segunda oportunidad gracias al trasplante.