JOSÉ ÁNGEL GONZÁLEZ. PERIODISTA
OPINIÓN

Las crónicas del cronista: ‘Muhammad Ali, guardaespaldas’

José Ángel González, escritor y periodista.
José Ángel González, escritor y periodista.
JORGE PARÍS
José Ángel González, escritor y periodista.

Hola, mariposa, Cassius X, avispa, Rey. Atardecer tropical: un niño en un modesto apartamento de Chacao, el barrio casi gueto de italianos y españoles de la Caracas todavía limpia del pasado remoto.

Papá conduce el taxi, mamá está con las niñas ricas para las que trabaja como institutriz –la palabra era insultante, pero el niño no lo sabe todavía: las niñas eran sus amigas, le gustaba el brillo renacentista de sus pieles, la claridad Giorgione de las faldas–.

El niño está solo, acostado en el suelo, postura que sigue prefiriendo ahora, tanto tiempo después, cuando quisiera ser niño otra vez en un deseo circular, una carretera intransitable.

Tiene un miedo difuso, el mismo de cada niño de ocho años cuando en la casa pretenden colarse presencias temidas, formas oblicuas, manchas expresionistas que tiznan de brasa las imaginaciones renacentistas.

Entre tanta materia oscura, en el valle inquietante, la gracia celeste emerge del aparato de televisión encendido. No tanto de las válvulas y la emisión tachonada por rejas horizontales, como de cárcel caída de lado, sino de la imagen. No es cristalina, pero sí suficiente para entrever al ángel de 1,91 metros, piel africana y belleza universal.

Salta como un ibis, deja caer los brazos, largas serpientes gemelas, para decirle al rival que no es necesaria la pose defensiva, que cuando escribes poesía puedes liberarte de grilletes, conjugar verbos con las puntas de los pies, ser jardinero con las manos enguantadas pero evadidas.

El niño está tranquilo, no teme a monstruosidad alguna que pueda entrar por las canaletas de agua, las ventanas sin reja o derribar con la fetidez del aliento las puertas débiles.

Al niño que era yo me cuidabas tú, mariposa, Cassius X, avispa, Rey, Muhammad Ali, Cassius Marcellus Clay, el bocazas venturoso que bailaba hip hop cincuenta años antes de que inventaran el hip hop los bailarines que aprendieron a moverse imitando la estrofa fluyente de tu sombra sobre la lona.

Dicen que eras una leyenda del boxeo. Mienten: eras mi guardaespaldas.

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