JOSE ÁNGEL GONZÁLEZ. PERIODISTA
OPINIÓN

A los Rolling Stones: el rockero viejo es un ser indigesto por definición

José Ángel González, escritor y periodista.
José Ángel González, escritor y periodista.
JORGE PARÍS
José Ángel González, escritor y periodista.

No sucede con el rock and roll como con los destilados en barrica, sublimes con el avance de la vejez. Al contrario, el roquero viejo, por muy noble que haya sido su carrera, es un ser indigesto por definición. El rock ha de ser instantáneo o no ser, y la nostalgia, hagan el favor, déjenla para los boleristas. El rock es el 'zas se acabó' frente al 'mira qué bien me sienta la degradación a mí que puedo pagar para que me cambien los filtros'. Hasta, digamos, 1972, era la vuestra, Rolling Stones, una música nacida para la combustión: solo admitía instantaneidad, te hacía pensar en disparos, amores peligrosos, jeringas, felaciones en aviones privados, maletines con cash para quemar, ceremonias prohibidas... Todo aquello asustaba a los viejos y ahora los viejos terroríficos sois vosotros, mercachifles, pijazos, administradores –desde 1972, precisamente– de un engrasado aparato financiero de evasión fiscal para eludir impuestos del continente europeo natal que, sin discreción, recorréis de nuevo en otoño –la parada en el Olímpic de Barcelona de la gira Stones-No Filter es el 27 de septiembre-.

En la era de Putin, Trump, Villar Mir, el Chapo, Boko Haram y Al Asad asegurar que lo vuestro es la ‘simpatía por el diablo’ y el priapismo ni siquiera supera la condición de chiste repetido. Solo pagaría con gusto una entrada –se agotaron ayer: de 86 a 290 euros por cabeza– para asistir a un coaching impartido por los dos de vosotros que importáis algo, Jagger y Richards, cómicos de la legua dedicados full time al selfie caricaturesco. No me interesa un curso de salud geriátrica sobre cómo sobrellevar la incontinencia urinaria y la ciática, sino un plan para dormir tranquilo con la conciencia de ejecutar una estafa diaria como las vuestras, con guitarras duplicadas, instrumentistas clandestinos, voces pregrabadas y más teatro que vida... No puedo perdonaros, pareja de caballeros del noble imperio británico, vuestra forma pueril de ser adultos y al tiempo payasos grotescos, el amansamiento de un legado que alguna vez fue una llamada a la revuelta y ahora es playback para encuentros de abuelas roqueras, hijos con el Audi en el aparcamiento y nietos con el máster neoliberal en grado de ejecución. La única lección de coherencia para vosotros es imposible: os imagino, temibles y hermosos, en el Club de los 27. Pero estáis, lo decía uno de vuestros temas inolvidables, demasiado lejos para tamaña congruencia. Cantad conmigo: "Baby, baby, baby, you’re out of time".

Jose Ángel González

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