ISRA ÁLVAREZ. PERIODISTA
OPINIÓN

'Gran Hermano', ¿acabado? No

Gran Hermano 18 Revolution.
Gran Hermano 18 Revolution.
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Gran Hermano 18 Revolution.

Quienes afirman que Gran Hermano está acabado, que no tiene más recorrido, que se va a acabar... lo hacen más por las ganas de hacer cierta esa realidad que por convencimiento o conocimiento de lo que este formato es. Es cierto que el reality show por excelencia pasa por su peor momento. Y en buena parte ésta es una historia de autodestrucción. Podría decirse que Gran Hermano se ha sentado al borde de un barranco, con las piernas colgando, y que con una sonrisa ha echado el culo para alante y se ha ido abajo.

Esta edición empezó metiendo a gente de más. De entre cien personas y en dos días no se pueden descubrir filias y fobias. Y éso es Gran Hermano: amor y odio. A veces, un poco de humor.

Si hacer de Gran Hermano Revolution una especie de Gran Hermano Hora Punta en el Metro no hubiera sido suficiente, además se tomó la decisión de no ofrecer un canal 24 horas. Pero el canal 24 horas es la nicotina de este formato. Es el componente adictivo, un medio para encontrarlos, para atraerlos a todos y atarlos en las galas.

Para cuando el canal 24 horas estuvo disponible ya no había remedio, la audiencia caía. Gran Hermano ha anotado esta temporada sus mínimos históricos. Pero hay que poner las cosas en perspectiva: este formato ha hecho siempre unas audiencias estratosféricas, liderando en la mayoría de las ocasiones.

Ahora no vence, pero la audiencia de sus competidores no es mucho mayor. La fragmentación de las audiencias afecta a todas las cadenas, horarios y formatos. Gran Hermano sale comparativamente más perjudicado por haber perdido su imbatibilidad y sus cifras de aúpa.

El estreno de OT, con su 24 horas limpito, brillante y amable, sus concursantes carismáticos y sus galas más cortas no ayudó para nada a GH, pues el concurso de La 1 ha sido el refugio natural de muchos consumidores de realities que se encontraron huérfanos por no reconocer el formato de Telecinco.  A perro flaco todo se le vuelven pulgas y el reality pasa por una época en la que se le notan las costillas. Pero que no olvidemos que un perro flaco no deja de tener dientes y que puede morder.

Para colmo de males llegó el triste asunto del supuesto abuso sexual dentro del concurso. Hay quien ha querido ver en ésto una conspiración para subir la audiencia. Pero llevar a cabo algo así, falsearlo, además de extremadamente peligroso, habría sido una torpeza por tantas razones que no cabrían en esta columna.

Sí: el escándalo logró mejorar levemente las cifras de espectadores, pero no ha salvado el formato. De ese lamentable hecho GH ha salido más perjudicado que agradecido. Se le ha criticado el secretismo, la gestión, la resolución, el trámite... y hasta el color de las paredes si se hubiera podido relacionar con el asunto.

Gran Hermano, si queremos concederle el beneficio de la duda, hizo una gestión cuando menos prudente del asunto, aunque finalmente cediera a la tentación de convertir en contenido de prime time la reentrada en la casa de la supuesta víctima.

Pero Gran Hermano no está acabado. Sólo cansado. Quizá ese fue el inicio de todo: nunca debió hacerse una edición de otoño. Con el debido aireado, descanso, retorno al formato clásico, respeto al aislamiento de los concursantes y quizá con una presentadora rubia, carismática y veterana...

No, no está acabado. Si de algo saben en Telecinco es de rentabilizar formatos. Y si una concursante abandona y GH la repone... es que no tienen prisa por acabar.

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