La confianza es clave en cualquier ámbito de la vida, es uno de los valores que permiten que las relaciones personales y las profesionales funcionen y funcionen bien. La confianza se gana, se trabaja… y se pierde.
La confianza está siendo la protagonista de la presidencia de Carles Puigdemont. Hace justo un año nos anunciaba el president que se sometería a una cuestión de confianza porque necesitaba saber si contaba con el apoyo de la CUP para seguir adelante con la legislatura y sobre todo para aprobar los presupuestos.
Paralelamente, la confianza está marcando desde el principio la relación entre los socios de Govern (PDeCAT y ERC) que se miran de reojo continuamente y miden al milímetro las cuotas de poder que tiene cada uno. Un ejemplo son las competencias sobre el referéndum. Presionado por el PDeCAT, Puigdemont quiere que las competencias las tenga Oriol Junqueras para que ERC asuma también las consecuencias del procés. Pero hay un obstáculo importante, Junqueras es el candidato a president por ERC y si lo inhabilitan no se podría presentar.
Y ayer mismo decía Puigdemont que "la confianza es más necesaria que nunca" y que su pérdida fue la que provocó el cese del conseller Baiget, que dudó del referéndum. Si no vigilan, la confianza y la paciencia se perderán, al final, por el camino.
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